lunes, 30 de septiembre de 2013

LAS VERDES PRADERAS.


Lo tengo claro: el principio de que la felicidad depende de nosotros. Será más o menos fácil lograrlo, pero no olvidemos, está en nuestras manos. ¿La felicidad se compra? Si así fuera, los «ricos» serían dichosísimos y, la verdad, sólo hay que mirar alrededor nuestro para ver que la felicidad, como la juventud, los años, la inteligencia emocional, la alegría auténtica, la vida… no se compra.

La felicidad de Manu y la mía está a nuestro alcance, aunque a veces parezca que nos encontramos en una larga fase de entrenamiento y superación de dificultades. No sabemos en qué terminará esto, pero sí que si persistimos y confiamos, podemos sentirla. Su risa, la sonrisa de esa enferma que lucha de un modo maravilloso el día a día, sabe a cielo. Es el amor.

Porque está claro que no hay dos felicidades iguales, al igual que no hay dos personas idénticas. Estos hechos explican claramente cómo encontramos personas felices, inmensamente plenas, a pesar de vivir en circunstancias adversas o pasar por momentos complicados.

¡Fuera teorías simples y cursis!.

Es la hora de coger los rifles y andar disparando a los pieles rojas que con sus alaridos intentan acojonarnos para que nuestra caravana no alcance las verdes praderas.

domingo, 29 de septiembre de 2013

VIDA.

Me han dado ese cuerpo. Y a ti otro. Puede ser que te guste o que lo odies, pero será tuyo durante todo el tiempo que pases aquí.  

Estás anotado a tiempo completo en una escuela informal que se llama vida. Cada día que pases en ella tendrás oportunidad de aprender lecciones. Puede ser que el  profesor te guste, que las lecciones te molen,  como que te parezca que son un coñazo, o que son estúpidas. 

No hay errores, sólo lecciones. Nadie te examina de nada hasta el último día. Ese día te pondrán tu verdadero nombre, el que te define después de tus años aquí. Te juzgarán por el amor que hayas puesto. O no...dirán "era un egoísta", o " fue  mala gente", o "¡qué bien se estaba con élla!"  

Normalmente, una lección se repite hasta que está aprendida.

¡Tienes que ser muy burro para suspender y quedarte colgado en el mismo curso toda una vida!. Cada lección se te presentará en diversas formas hasta que la hayas aprendido. Cuando eso suceda podrás pasar a la lección siguiente. 

«Allí» no es mejor que «aquí»

Los demás no son más que espejos que te reflejan. No puedes amar ni odiar nada de otra persona a menos que refleje algo que tú amas u odias en ti mismo. Te definen tus afectos.

Lo que hagas de tu vida es cosa tuya. Tienes todas las herramientas y recursos que necesitas, lo que hagas con ellos es cosa tuya. La elección es tuya. No quieres echar la culpa a nadie, porque no es verdad. 

Te olvidarás de esta entrada. Pero puedes recordarla  siempre que quieras

sábado, 28 de septiembre de 2013

ME FÍO.


“Un cristiano restauracionista, legalista, que lo quiere todo claro y seguro, no va a encontrar nada. La tradición y la memoria del pasado tienen que ayudarnos a reunir el valor necesario para abrir espacios nuevos a Dios. Aquel que hoy buscase siempre soluciones disciplinares, el que tienda a la ‘seguridad’ doctrinal de modo exagerado, el que busca obstinadamente recuperar el pasado perdido, posee una visión estática e involutiva. Y así la fe se convierte en una ideología entre tantas otras.

Por mi parte, tengo una certeza dogmática: Dios está en la vida de toda persona. Dios está en la vida de cada uno. Y aun cuando la vida de una persona haya sido un desastre, aunque los vicios, la droga o cualquier otra cosa la tengan destruida, Dios está en su vida. Se puede y se debe buscar a Dios en toda vida humana. Aunque la vida de una persona sea terreno lleno de espinas y hierbajos, alberga siempre un espacio en que puede crecer la buena semilla. Es necesario fiarse de Dios”. (Papa Francisco)

Me fío, aunque no veo nada. Hoy, nada.

viernes, 27 de septiembre de 2013

ACEPTAR LO INEVITABLE.


A uno le han echado de dos colegios, ha tenido que sincerarse unas cuantas veces sabiendo que al hacerlo las consecuencias de ello iban a cambiar las circunstancias de mi vida. Por ejemplo, nuevos destinos. Se ha metido en líos muy gordos que han derivado en cruces de caminos donde había que dar la cara, si querías actuar con nobleza.

Todas estas historias han creado una segunda naturaleza en mi: aceptar lo inevitable.

Estoy preparado para eso. Es más, hay varias situaciones de futuro que ya las tengo interiorizadas por si acaso. Curiosamente ninguna es buena. Podrán diagnosticarme una enfermedad fatal, despedirme del trabajo, arruinarme, tener un ictus, un divorcio , un accidente en carretera por mi mala cabeza, o que Tomás López me convenza para que pite y, viudo, me case con su hija....

Para mi, sí. Pero no estaba preparado para aceptar lo inevitable en la gente que quiero. Eso es otra cosa.

He conocido personas que han tenido el impacto de tener un hijo con parálisis cerebral o con cualquier enfermedad degenerativa, incapacitante o minusvalía, que no han sabido aceptar esa situación. Y he conocido quien sí. Y, la verdad, poco nos ayudaremos a nosotros, y menos aún a nuestro hijo, si nos pasamos la vida sin aceptar este hecho.

Es asunto de dos esto de aceptar lo inevitable. En eso estamos.


jueves, 26 de septiembre de 2013

CURAR HERIDAS.

¡Vaya entevista con el Papa Francisco!.

Cala dentro este hombre. Hay párrafos que quisiera fueran verdad.¡Qué gusto leer eso!

“Veo con claridad –prosigue– que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar heridas... Y hay que comenzar por lo más elemental”.

¡Dios!...¡curar heridas!...

miércoles, 25 de septiembre de 2013

EN ALGUNA PARTE...



En la novela Tiempos difíciles de Dickens se narra el episodio del sufrimiento de la Sra. Gradgrind. Hay un episodio donde el autor escribe con enorme sensibilidad el pasaje donde la Sra. Gradgrind se defiende del dolor que la acecha y habla con su hija. Dice Dickens:

“...en aquel momento la Sra. Gradgrind estaba tan cerca de la muerte, que quería estar más cerca de algo que pudiese distraerla... se había resistido resueltamente a meterse en el lecho, temiendo, según decía, no volver a salir de él... “

-¿Sufres mucho querida mamá?

La madre respondió:

-Creo que existe un dolor en alguna parte de la alcoba, pero no estoy cierta de que lo tengo. 

Dejo de leer algunos libros, de ver algunas películas,  porque todo me habla de Manuela.

martes, 24 de septiembre de 2013

SI ELLOS LO HICIERON.


Teníamos nuestros planes y, de pronto, todo se fue al carajo.

Parece que nos hemos quedado prisioneros de una situación que nos ha hipotecado el presente para mucho tiempo.

A nosotros nos tocó la E.L.A.

Otros han «hipotecado» gran parte de su presente y futuro cuando acabas de firmar unas letras altísimas, a las que tendrás que hacer frente durante los siguientes veinte años de tu vida. Asimismo, la pareja o la mujer que descubre que, contra su voluntad, viene un bebé de camino, inesperado e inoportuno, puede pensar y sentir: «¡ Qué mala suerte!», porque ha hipotecado gran parte de sus proyectos, porque irremediablemente su presente o futuro inmediato ya no le/les pertenece.

Hoy habrá nacido un Down, o un bebé con enfermedades que atarán a sus padres de por vida a él.
Los ejemplos podrían multiplicarse casi de forma indefinida, ¿quién no ha sentido o siente que su presente no le pertenece?

¿Qué hace esa gente?. Puedes hacer dos cosas, o tiras palante con libertad, o al pozo, a hundirte en tu mierda de hipoteca vital.

Aunque en los próximos años tengamos que madrugar y trasnochar todos los días que nos quedan de vida y luchar contra esa enfermedad, aunque tengamos que trabajar por un sueldo que siempre se nos antoja injusto para sacar adelante a esa criatura, o quemar las energías en intentar sacar adelante a unos chicos que más bien parecen nuestros enemigos… a pesar de todo, siempre podemos conservar un principio de libertad. 

Quizá tengamos que pasarnos las siguientes ocho horas fregando sin parar, o trabajando en una fábrica, en una cadena de montaje, que te impide descuidarte lo más mínimo; o entrando a las ocho de la mañana y terminando a las diez de la noche. O multiplicarnos por tres para atender eso o aquello....aprender a limpiar,a llevar una silla de ruedas...

A pesar de todo, tenemos la libertad de nuestros pensamientos; podemos hacer nuestro trabajo canturreando por dentro o machacándonos sin piedad; podemos amar o desechar, querer o aborrecer, sonreír o llorar, gritar o conversar…

Si ellos lo hicieron, yo, ¿por qué no?

lunes, 23 de septiembre de 2013

CUANDO NADA ES IMPORTANTE.


“Si se me pidiera resumir en una sola fórmula lo más característico de la época en que estamos viviendo, al menos en el mundo
occidental, diría que es la creencia de que nada es importante” (Julián Marías)

Consecuencia de este “nada es importante” es que después de esta vida no hay nada. La indiferencia es absoluta.

Cuando se subraya que detrás de la crisis hay una falta de moral absoluta, se refieren a esto. ¿Qué sentido tiene este mundo si al final todo es una mierda?. ¿Por qué debo respetar al prójimo?, ¿por qué preocuparme por dejar un mundo mejor?,¿qué sentido tiene la fidelidad?

Si nada es importante, oiga, ¡a vivir que son dos días!, y al me lo llevo y pa la saca.

“... me he preguntado por las causas de esta variación y he llegado a la conclusión de que son principalmente dos: la inmoderada pasión por la seguridad del hombre contemporáneo y la escasez de amor en sentido estricto que hace que dejen de ser irrenunciables y radicalmente necesarias otras personas”.(Julián Marías)

Ante tanto desconcierto me quedo con aquellos versos del Cantar de los Cantares

“Grábame como un sello en tu
brazo,
como un sello en tu corazón,
porque es fuerte el amor como la muerte”.

domingo, 22 de septiembre de 2013

MADRUGADA.


Me he pasado años de mi vida dando consejos sobre como vivir, como trabajar, como enamorarse, como rezar, como morir, como sobrellevar la enfermedad y el dolor...que si la fe, que si Jesucristo, que si patatín que si patatán.

Y ahora me toca a mi. Y nada de lo que enseñé me sirve ahora. ¡Cuesta creer en algo!. Estoy aturdido, perplejo, desorientado. Deambulo en el desvarío por las calles en caminatas madrugadoras donde voy diciendo en voz alta “¡joder,”¡joder!”, “¡joder!.

Esa es mi jaculatoria.

He acompañado el dolor de otros, alguno muy de cerca...¿qué diferencia hay con la situación de hoy?. El amor. Yo no estaba enamorado de Jaume, ni de Andreu... ni siquiera de mi padre. Era otro tipo de afecto. Este duele mucho y muy dentro.

Miro un crucifijo que llevo en el coche. Está sordo. No entiendo nada. No sé qué hacer, ni qué rezar, ni si todo esto servirá para algo.

Y cara afuera, aquí me tenéis, con la mejor de mis sonrisas...como un payaso de mi mismo.

sábado, 21 de septiembre de 2013

HOY


La vida es una escuela y venimos a aprender.

Aprendo de ti, de como llevas tu enfermedad, como obedeces, como callas tus impresiones.

Hoy lo importante no es lo que «nos pasa», sino lo que pensamos en cada momento. El pensamiento es previo a la emoción, y ese pensamiento es el que nos hace sentirnos bien o mal.

Hoy estabas mal, lo he sentido. Hicimos la revisión en Trauma ¡Tres semanas escayolada!.

Y después fuimos al logopeda. Nos mandó deberes.

Como el tío quería que hablaras, le contaste como nos conocimos de pe a pa.

Llegué a buscarte y el baranda me miró y me dijo “¿o sea, que os casasteis a los 40?

Mañana , hoy, ya verás que será distinto.

viernes, 20 de septiembre de 2013

CUANDO ORÉIS.





"Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar de pie en las sinagogas y en los cantones de las plazas, para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa.  Tú, cuando ores, entra en tu cámara y, cerrada la puerta, ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo dará.
Y orando, no seáis habladores como los gentiles, que piensan ser escuchados por su mucho hablar.  No os asemejéis, pues, a ellos, porque vuestro Padre conoce las cosas de que tenéis necesidad antes que se las pidáis".

¡Cómo quisiera rezar así!

 

 

jueves, 19 de septiembre de 2013

CUANDO ESCRIBO


Pessoa escribió “alguna vez me consuelo a escondidas y tengo mi infinito”.

Sí, vivo a veces ese consuelo, y sé de qué habla cuando se refiere a “mi infinito”. Sólo con la poesía se puede medio explicar este dolor, que no es mío, pero que me envuelve como una niebla.

El dolor, como todo lo que es extraordinario, prescinde de cualquier regularidad, suprime o modifica las costumbres, los modos de vivir la vida; corta anhelos, humedece la casa con aromas desconocidos y enciende los imsomnios de la noche.

Cualquier dolor está ligado a los sentidos: dolor ciego, dolor mudo, dolor sordo, invisible, que quema, arde o es vibrante. El dolor que es capaz de generar efectos insospechados que van desde la curiosidad hasta la autodestrucción,sobre todo, cuando logra quebrar un cuerpo o el entusiasmo por la vida y deja las raíces vulnerables y expuestas a la inclemencia.

Virginia Woolf también dijo alguna vez: nada es real si no lo escribo.¡Qué bien la entiendo!

Dolor , quiero nombrarte y hablar contigo sobre nosotros.  El único momento en que no me duele nada es cuando escribo. Esa es la razón de este blog.

Necesito compartir...es tiempo de aceptar la compañía de familiares y  amigos, la oración compartida, la música, los libros, las cartas, las preguntas, los viajes, los recuerdos; la risa y el llanto; la vigilia antes de los registros de la medicación, las miradas con Manuela, los silencios, el ruido de la calle, la risa de los niños vecinos de nuestra casa, saborear los colores, las texturas y los sabores que la memoria conserva ; el conocimiento sobre la enfermedad que se padece, sospechar que eres una cobaya, cumplir con la necesidad de participar de la vida , creer y confiar en los demás, vivirse y luchar con los otros y entre los otros estar ...

Y pedir el milagro, que vendrá, aunque no sabemos en qué forma.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

¡ES TAN DIFÍCIL!


“Lo que te hace sufrir más es que la quieres”, me dice un correo.

Sí, le respondo, y que ella estaba preparada para atenderme a mi. Nunca pensó en la situación contraria. Me mira y dice “¿qué será de ti?”

Para ayudarla necesito
imaginación, intuir de algún modo cómo es ese dolor que yo no siento.

Se requiere toda la confianza entre nosotros para que nos lo podamos contar todo, y de ese modo unir la diferencia y acortar la distancia entre los cuerpos que sólo oyen palabras o miran gestos y los cuerpos que las construyen y las sienten.

Estamos en un proceso donde, a veces, hay que saber callar y respetar los silencios y, a veces, hay que saber preguntar y charlar para poder conocer en qué parte de su mapa estoy.

¡Es tan difícil!.

martes, 17 de septiembre de 2013

GRITAR.


El grito es esa primera voz que llama y hay quien lo considera el sistema de origen de la comunicación humana.

Del último grito de cristo en la Cruz se he escrito mucho. No sabemos qué significó ese grito que lo hace tan nuestro. Un hombre gritando tiene algo de desesperación, de soledad, de necesidad de ser entendido, de incomprensión ante su dolor...¡tantas cosas!

Cuando dos personas están enfadadas, sus corazones se alejan mucho. Están tan lejos uno de otro (aunque sólo les separe medio metro de distancia) que para cubrir esa distancia deben gritar. Mientras más cabreados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia.

A veces gritamos para no escuchar al otro, para que nos deje en paz.

Ayer , a solas en el interior del coche, grité. Grité mucho.

domingo, 15 de septiembre de 2013

CADA DÍA TIENE SU AFÁN.


Madrugamos para ir a la visita a Madrid.

Paramos a desayunar en la autopista. Dio un mal paso al bajar la escalera y,¡pimba!: el pie roto en el metanosequé del dedo meñique.

Y gracias a este accidente que nos tendrá un mes en reposo, escayolada, la vida nos cambió para bien. Nos lo tomamos a cachondeo. “¡Si es que desde luego esto ya parece de traca!”.

Es curioso. Ya sólo falta que mañana me diagnostiquen cáncer , o que estoy embarazado, ¡y las risas que nos íbamos a echar a cuenta de tanto mal rollo!.Porque vamos, vamos...

Nos hicimos una foto para celebrarlo. Ella sale como niña pillada en falta, y yo detrás en plan chulote, desafiando al destino. 

Cada día tiene su afán...

OTRA VEZ.


Hay una novela inglesa del siglo XIX que transcurre en un pueblecito gales donde todos los años, desde hace más de quinientos, el pueblo entero se reúne en la iglesia a rezar en Nochebuena. Poco antes de medianoche encienden faroles y, entonando himnos y canciones navideñas, recorren varios kilómetros por un sendero en medio del campo hasta llegar a una vieja choza de piedra abandonada. Allí colocan las figuras del nacimiento, con pesebre y todo. Y con su sencilla piedad, se arrodillan a rezar. Con sus himnos entibian el aire gélido de diciembre. Todos los habitantes del pueblo que pueden andar están allí.

Hay un mito en ese pueblo, la creencia de que si todos los habitantes están presentes la víspera de Navidad y todos rezan con auténtica fe, entonces y sólo entonces, al dar las campanadas de medianoche, se producirá el Segundo Advenimiento. Durante quinientos años han acudido, año tras año, a rezar a esas ruinas de piedra; pero el Segundo Advenimiento nunca se ha producido.

A uno de los personajes principales de la novela le preguntan:

¿Crees que Él volverá a nacer, en Nochebuena, aquí en nuestro pueblo?

No —responde el interpelado, meneando tristemente la cabeza—. No, no lo creo.

Entonces, ¿por qué acudes todos los años? —pregunta el curioso.

Ah, ¿y si fuera yo el único que no está allí cuando suceda? —es la sonriente respuesta.

Ahora es cuando necesito esa pequeña brizna de fe que conservaba aquel hombre que cada Nochebuena regresaba a la ruinosa cabaña de piedra. Sólo una vez y nada más. Sólo la próxima vez, quizá entonces se produzca el milagro.

A veces pienso que no hay nada que hacer, que ya está escrito el guión. Pero sé que en es en ese momento cuando, si somos capaces de encontrar la más leve brizna de esperanza, quizá podamos dar la vuelta y regresar a esa cueva vacía, otra vez, como todos los días, a pedir un milagro.

sábado, 14 de septiembre de 2013

TE ECHARÍAS A LLORAR


Si fueras a morirte pronto y no pudieras hacer más que una sola llamada telefónica, ¿a quién llamarías y qué le dirías?... Entonces, ¿qué estás esperando?

La pregunta no es sencilla de responder. O no tan sencilla.

¿Llamarías a tu mujer?, ¿a tu amante?,¿a tus padres?, ¿a tu novia?, ¿a tu jefe?,¿a un amig@?,¿alguien secreto que guardas en tu corazón?, ¿rezarías porque no tienes a nadie quien llamar?...

O ninguna de las respuestas es la correcta. Te echarías a llorar

viernes, 13 de septiembre de 2013

ES IMPORTANTE.


Me lo contó un buen amigo.

En una puesta de sol, iba caminando por una desierta playa . Mientras andaba empezó a ver que, en la distancia, otro hombre se acercaba. A medida que avanzaba, advirtió que era un nativo y que iba inclinándose para recoger algo que luego arrojaba al agua. Una y otra vez arrojaba con fuerza esas cosas al océano.

Al aproximarse más, observó que el hombre estaba recogiendo estrellas de mar que la marea había dejado en la playa y que, una por una, volvía a arrojar al agua.

Intrigado, el paseante se aproximó al hombre para saludarlo:

Buenas tardes, amigo. Venía preguntándome qué es lo que hace.

Estoy devolviendo estrellas de mar al océano. Ahora la marea está baja y ha dejado sobre la playa todas estas estrellas de mar. Si yo no las devuelvo al mar se morirán por falta de oxígeno.

Ya entiendo —replicó mi amigo—, pero sobre esta playa debe de haber miles de estrellas de mar. Son demasiadas. Y lo más probable es que esto esté sucediendo en centenares de playas a lo largo de esta costa. ¿Tan importante es esto para usted?

El nativo sonrió, se inclinó a recoger otra estrella de mar y, mientras volvía a arrojarla al mar, contestó:

¡Para ésta si que es importante!

No seas indiferente al dolor que encuentres a diario.

jueves, 12 de septiembre de 2013

SOMOS ASÍ.


Ya sabéis que en casa vivimos con dos gatos, Tíacarmen y Encomiendo.

De ellos estoy aprendiendo estos días una lección.

Por lo menos dos veces al día los dos, cada uno de modo imprevisible- ¡no le pidas a un gato disciplina!- se acerca a alguno de nosotros de una manera especial. No significa que quiera que le den de comer ni que lo dejen salir, ni nada por el estilo. Lo que necesita es algo muy diferente.

Si ven un regazo a mano, por ejemplo, el hueco que haces con las piernas al acurrucarte en la cama, se sube a él de un salto; si no, lo más probable es que se quede ahí abajo esperando con aire nostálgico, hasta que vea que hay uno preparado.

Una vez acomodado en él, empieza a ronronear antes incluso de que uno le acaricie el lomo, le rasque bajo el mentón , o no le hagas nada. Después, con su «motor» acelerado al máximo, se acomoda hasta encontrar la posición que le gusta y se instala.

De vez en cuando, su ronroneo se descontrola y se convierte en ronquido; entonces te mira con los ojos abiertos de asombro y te dedica ese prolongado ir cerrando los ojos que es la muestra final de la confianza de un gato.

Al cabo de un rato, poquito a poco, se va quedando quieto. Si siente que todo va bien, puede ser que se quede en el regazo para echarse una cómoda siestecita. Pero es igualmente probable que vuelva a bajar de un salto y se vaya a atender sus cosas. Sea como fuere, la razón la tiene él.

A veces pienso, “¿sabrá esta tía que hoy estoy futut”?, porque parece que está acompañando tus tristezas.

Descubres una buena lección: en casa no es el único que tiene esa necesidad: Manuela y yo necesitamos ronronearnos. Necesitamos un abrazo en la noche, un regazo acogedor, una mano que se agarra a ti de un modo impredecible, no porque nada nos falte, no porque sea necesario, sino simplemente porque somos son así.

Tal vez todos somos así.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

UN FARO


¡Aún estás a tiempo!

Por dondequiera que vayas, difunde el amor: ante todo en tu propia casa. Brinda amor a tus hijos, a tu mujer o tu marido, al vecino de al lado... No dejes que nadie llegue jamás a ti sin que al irse se sienta mejor y más feliz. Sé la expresión viviente de la bondad de Dios; bondad en tu rostro, bondad en tus ojos, bondad en tu sonrisa, bondad en tu cálido saludo”.

Sonreíos los unos a los otros; sonríe a tu mujer, sonríe a tu marido; sonreíd a vuestros hijos, sonreíos sin que os importe a quién, y eso os ayudará a que crezca vuestro amor por el otro.

Madre Teresa de Calcuta


martes, 10 de septiembre de 2013

NUESTRA ALMA PRIMERA.


Todos tenemos momentos como aquellos.

Enamorarse es un ejemplo, ¡qué estado más cojonudo!, o el día que conseguiste terminar la última asignatura de esa condenada carrera, aquella vez que la emoción te dejó sin tiempo y espacio, fuera de ti y del mundo... y también observar a un bebé.

Estos días he sonreído unos cuantos bebés. ¿Por qué sonreímos cuando vemos un bebé? Quizá sea porque vemos a alguien que aún no tiene todas esas barreras defensivas, alguien que, bien lo sabemos, cuando nos sonríe lo hace de forma totalmente auténtica y sin engaños.

Y el eco del alma de bebé que seguimos llevando dentro se reconoce y responde sonriendo agradecida.

lunes, 9 de septiembre de 2013

LA ÚLTIMA SONATA


El violín se estropeó. Ya no servía para nada. Las cuerdas desafinadas , las clavijas enmohecidas, destensado. 

En su día fue un buen instrumento- pensó el subastador. ¿”Pero quién coño dará algo por este viejo trasto?

El subastador lo sostuvo en alto, sonriendo.

- «¿Qué me ofrecéis, amigos?»—preguntó—. 

-  «¿Quién quiere empezar las ofertas?». «Un euro, un euro...»y después, ¡dos!¿Sólo dos?,,,«Dos euros, ¿quién me da tres?»...«Tres tres euros a la una; tres euros, a las dos; tres euros a las...» 

Desde el fondo del salón, te acercaste tú. Te adelantaste a coger el arco y, después de sacudir el polvo del viejo instrumento y volver a tensarle las cuerdas, tocaste una melodía maravillosa.¡¡¡Ma ra vi llo sa!!!

Terminada la melodía, te sentaste. El subastador volvió a preguntar, «¿Cuánto me ofrecéis por el viejo violín?» . Y levantó el violín y el arco.

- ¡¡¡Diez mil euros!!!, ¿quién ofrece más

- ¡Diez  mil, a la una!, ¡diez mil a las dos...!

- ¡¡¡Veinte mil el señor!!!...veinte mil euros  a la una, veinte mil a las dos...¡¡¡sesenta mil euros!!!

- Sesenta mil a la una, sesenta mil a las dos...¡adjudicado!», concluyó.

Ya ves, aquí estamos, inutilizados por una enfermedad. Tenemos miedo. Ya nadie quiere usar este violín desafinado. No hay precio ni subasta.¡Lúcete, maestro!...¡sólo en tus dedos la alegría de una última sonata que estremezca al más insensible de los hombres. ¡ Lúcete!

Y a ver qué haces después con la mierda de guitarra que se quedará con el traste roto, sin cuerdas, y con la caja astillada.

domingo, 8 de septiembre de 2013

UN RAMO DE FLORES.


Bennet Cerf relata este conmovedor episodio sobre un autobús que iba dando tumbos por un camino rural en el sur de los Estados Unidos.

En un asiento iba un delgadísimo anciano con un espléndido ramo de flores frescas en la mano. Al otro lado del pasillo viajaba una muchacha cuyos ojos se volvían una y otra vez hacia las flores. Cuando le llegó el momento de descender, impulsivamente, el anciano dejó caer las flores sobre la falda de la chica.

Ya veo que te gustan las flores —explicó—, y creo que a mi mujer le gustaría que las tuvieras. Le diré que te las he dado.

La joven le agradeció las flores y se quedó mirando al anciano que, tras bajarse del autobús, cruzó el umbral de un pequeño cementerio.

Estamos vivos, no lo olvides. Cuida de tus vivos.

sábado, 7 de septiembre de 2013

EL PRIMER VIERNES.


Fuimos a la Carlos III y parece que nos admiten en un proyecto de investigación.

Mientras esperábamos en un frío pasillo que recordaban memorias soviéticas, vimos durante dos horas enfermos de un viernes de rutina. Era nuestro primer día, el de ellos era un día más de consulta y revisión.

Nuestra mirada juzgaba esos rostros y no podías dejar de pensar que ese acompañante serías tú, esa enferma sería Manu. La vida dentro de unos años. Fue muy duro. Es la sensibilidad la que lo hace tan duro.

Manu que nos ve hipotecados a su vida, amarrados a un banco de una galera que es ella, remando. Y yo , que sé que tengo que familiarizarme a ese paisaje,a esos rostros que nos van a acompañar no sé cuantos años.

Aguantó hasta el final del día, y rompió llorar al llegar a casa. “Os estoy esclavizando”- decías....Dijiste cosas muy duras.

“¡Ay, tú estabas preparada para quererme en mi enfermedad!”- te susurré.

- Pues sí.

- Y ahora resulta que no, que doña necesaria se tiene que dejar querer.

Y ,aunque no sé como se hace eso de acompañar una enfermedad, te voy a querer sin ningún esfuerzo, lo mismo que he intentado hacer hasta hoy desde el primer segundo que te conocí. Porque lo que pasa es que te quiero. ¡Es tan fácil de entender!

¡Cuántas gracias tengo que dar de haberte conocido!

viernes, 6 de septiembre de 2013

AYUDA.

No estoy acostumbrado a pedir ayuda. Me cuesta mucho. Hay un poso del pasado, un algo de orgullo paleto, que se resiste a esa sinceridad.

También tiene que ver  con esa idea  sembrada de “mejor que yo, ¿quién me va a conocer?”. Como que ya sé yo lo que necesito.

Además, no me fío de nadie. Soy gato escaldado por experiencias viejas.

Pero sí, necesito  consejo para saber acompañarte.

Lo ideal, pienso, sería solicitar ayuda a alguien que me merezca confianza, que esté dispuesto a escucharme... sin juzgarme. Esta es la clave: sin que me sienta juzgado. Alguien que me permita expresar todo lo que pienso, todo lo que siento (mis temores, mis fantasías, lo que creo que son mis límites) sin sentirme amenazado por su reacción, por su rechazo, por su burla...

Tengo  miedo, otra vez, a que alguien me juzgue y me diga “esto no está bien, esto sí, cuidado donde te metes...”. De la biografía que Weigel escribió sobre Juan Pablo II  lo que más me llamó la atención fue que ese hombre ponía en la dirección espiritual frente  a los  problemas que le planteaban la responsabilidad personal de cada cual. No aconsejaba, no juzgaba. Dejaba obrar la gracia en el tiempo de cada uno.

Necesito ayuda.

Marcel Proust dijo en cierta ocasión: «Nada ha cambiado, sólo yo he cambiado; por lo tanto, todo ha cambiado»

jueves, 5 de septiembre de 2013

QUEMANDO LAS NAVES.

De la E.L.A se dicen muchas cosas, ninguna buena.

Pues, bien : nada está determinado, por mucho que lo razonen científicos ,médicos y químicos . Cuando profetizan a priori una enfermedad según el código de un ADN muy particular, el suyo, que lleva inscritas las instrucciones precisas para una enfermedad mortal.

¡Ay, pero como pongas en duda esa cadena de letras!: no vales ni un duro, ni dos pesetas. No vales nada.  

Hay más cosas en esta vida que la enfermedad. La enfermedad es parte de la vida. Ésta también.

¿Qué “letra” me saltó en la cadena del ADN para impulsarme a buscar una vida donde yo pudiera ser, quizás, mejor persona que la pedazo de cosa que estaba hecho?. ¿Qué letra saltó de esa cadena cuando me precipitó a un mundo sin garantías, sin nada más que pensar que las cosas saldrán en nombre de mi libertad?. ¿Fue la A (adenina), la G (guanina), la T (timina) o la C (citosina)?


¿O pudo ser la A (amor), o la S (sinceridad), o la C (confianza en Dios), o la M de Manuela?)... unas letras que los científicos más avisados, y todos aquellos que creen que las cosas son como ellos las predican, no “ven” en el ADN, pero que ellas solas pueden revolucionar los 50 trillones de células que integran el ser humano.


Una sola de esas letras, la A de amor, hacen saltar por los aires todos los planteamientos más falsos, todos los intereses espureos, todas las mentiras, todas las comodidades, todas las profecías agoreras y todas las tristezas. 

"El final ya está escrito", me dicen. "Es cuestión de tiempo, tienes que ser fuerte y estar preparado".

¡Vaya noticia!. Gracias por recordarme lo que ya sé. Que nos morimos.

Pero no me rindo- no nos rendimos. Esas letras han hecho posible las mayores locuras de este mundo. Y por eso hoy, ahora, en algún lugar de este mundo alguien está quemando las naves. 

Nosotros estamos quemando las naves.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

DEDICATORIA EN "UN CORAZÓN LLENO DE ESTRELLAS"..

No quisiera acabar esta introducción sin mencionar algo importante, algo que me llamó poderosamente la atención mientras estaba en la UCI, un día que nuestra hija había tenido una crisis cardiaca tras tres días después de nacer.

Un médico entró en la sala y se acercó a un bebé, quizá el ser más delicado de todos los que había allí. Recuerdo que era un niño prematuro, muy pequeñito, extraordinariamente frágil. Estaba dentro de una incubadora e infinidad de catéteres y cables llegaban y partían de su cuerpo. El médico siguió todo el protocolo de supervisión de las máquinas que lo asistían para asegurarse de que todo iba bien.

Cuando acabó, se arremangó y se sentó en una silla al lado de la incubadora. Introdujo los brazos con suma delicadeza y comenzó a acariciar la sien de bebé mientras entonaba una nana, una canción de cuna son su suma ternura…

Pocas veces he creído tanto en el ser humano como entonces.

Ese gesto de afecto ante la vida que lucha por salir adelante. Esa canción tierna cantada por un hombre mayor. Aquel médico de gran prestigio con el pelo cano que se olvidó de su rol de «doctor» para ser profundamente humano y dar amor. Todo eso era la mejor medicina para aquel pequeño ser y me conmovió como pocas cosas lo han hecho en esta vida.

También a él, cuyo nombre ignoro, y al testimonio de humanidad, ternura y cariño que manifestó con ese gesto, va dedicado este libro.

(DEDICATORIA DEL LIBRO "UN CORAZÓN LLENO DE ESTRELLAS, DE ALEX ROVIRA.

martes, 3 de septiembre de 2013

UN CORAZÓN LLENO DE ESTRELLAS.


Mi hija Mariona nació con un grave problema de corazón. Nunca olvidaré las palabras del médico en el Hospital de San Juan de Dios tras un primer diagnóstico: «No sabemos si tu hija vivirá y, si vive, no te puedo decir cómo quedará».

Eran las tres de la madrugada del martes 26 de julio de 2005, apenas una hora después de que la pequeña saliera del vientre de su madre.

Mariona había nacido dos semanas antes de lo previsto. El parto fue provocado en una revisión rutinaria de Mónica, su madre, pues apenas se detectaba el latido de la pequeña. Esa revisión rutinaria le salvó la vida. Unos días más en el vientre y mi hija no estaría hoy viva.

El 25 de julio yo debía partir hacia Japón en un viaje que duraría cinco días, con margen suficiente para regresar dos semanas antes del nacimiento previsto. Pero los acontecimientos lo impidieron.

Recuerdo que escribí un e-mail a Naomí Saito, mi editora en Japón. Le informaré de que, como era obvio, al estar nuestra hija gravemente enferma en la Unidad de Cuidados Intensivos, debía cancelar la presentación de Los siete poderes en el país nipón que con tanto cariño y entusiasmo había acogido a La Buena Suerte.

Estuvimos cerca de cuatro semanas en el hospital, las dos primeras con Mariona conectada a numerosas máquinas que la asistían para vivir, que drenaba el agua de su cuerpo, que la alimentaban, la ayudaban a respirar y a controlar los latidos de su corazón.

Vi el sufrimiento de otros padres con sus recién nacidos debatiéndose entre la vida y la muerte.

Recuerdo el ritual de ver a nuestros hijos cada tres horas de día y de noche. También recuerdo que nos lavábamos manos y brazos con esmero y nos poníamos el gorro, el mono y los protectores de los zapatos de un color verde que tengo grabado en la memoria. El olor de ese espacio, las enfermeras que cuidaban a los pequeños, los médicos y sus visitas, el pitido de las máquinas…

Pero sobre todo recuerdo aquellos pequeños cuerpos, frágiles y preciosos, debatiéndose entre la vida y la muerte. Y aún hoy muy a menudo me pregunto qué habrá sido de las vidas de esos bebés y de sus padres. Y también a menudo rezo por su alegría, por su salud, porque hayan salido adelante con fuerza y amor.

Tras dos semanas críticas la salud de Marino dio un giro repentino y comenzó a recuperarse a ojos vista. La tercera semana la pasamos ya fuera de la UCI, en una sala próxima bajo el amable y atento cuidado de aquel extraordinario equipo de profesionales de San Juan de Dios, para quienes siempre me faltarán palabras de gratitud y reconocimiento.

Ese tiempo, desde el 26 de julio hasta finales del mes de agosto, mi vida se limitó a una suma de viajes de ida y vuelta entre el hospital y la casa de mi cuñada, Ana Tarrés, que generosamente nos brindó su hogar y adónde íbamos a recuperar fuerzas en apenas unas horas de sueño para volver al lado de nuestra hija.

Cuando Mariona recibió el alta, regresamos por fin a casa. Recuerdo que abría mi ordenador después de un mes apagado y entraron centenares de correos electrónicos, que fui repasando en una lectura rápida hasta que me detuve en uno de ellos que me llamó la atención.

Provenía de Japón. Lo firmaba Naomi Saito, de la extraordinaria editorial Popular, promotora del éxito de La Buena Suerte en ese país. En él la editora adjuntaba centenares de muestras de apoyo por la salud de Mariona recogidas en Japón tanto entre profesionales de la editorial como de lectores y amigos.

Aquellas palabras en japonés, inglés y también en castellano eran muestras de apoyo, oraciones, palabras de aliento para la pronta recuperación de nuestra hija. Tardamos días en completar la lectura de ese correo. No sólo por la cantidad de textos recogidos por Naomi y su equipo, sino porque la emoción nos impedía avanzar en la lectura.

Pocos días después llamaron a la puerta de casa. Mariona evolucionaba bien y, a pesar de algún susto, iba ganando peso y se veía cada día mejor.

Cuando abrí la puerta, un mensajero me entregó una caja. El remitente era también Poplar desde Japón. Dentro de ella encontré un osito de ropa tejido con retazos de diferentes estampados, texturas y colores que sostenían un trébol de cuatro hojas entre las manos. Era un osito de apenas quince centímetros de altura, y era evidente que había sido cosido por una mano amorosa y experta, porque era impecable, original, muy bello.

Al lado del osito, recostado en una de las paredes de la caja, había un sobre. Lo abrí y encontré un texto en japonés con una carta adjunta con la traducción al inglés.

La carta decía lo siguiente:

Queridos Álex y Mónica:

¿Es un niño o una niña? nos preguntábamos sobre vuestro bebé justo cuando recibimos las dolorosas noticias.

Sentimos una gran tristeza por lo que estáis viviendo, porque también nuestra pequeña Kokoro nació con una rara enfermedad.

«Aunque no haya duda de que nuestra hija va a morir, ¿qué nos queda si no creemos en ella?». Ésas fueron las palabras de mi marido cuando yo estaba presa del pánico. Sus palabras aún perviven en mi corazón.

Toda mi familia ha leído tu libro La brújula interior. Siempre nos has transmitido fuerza y coraje. Y por ese motivo te estamos profundamente agradecidos.

Desde nuestros corazones la familia Suzuki reza por la pronta recuperación de vuestro bebé.

Este osito que tenéis en las manos ha sido hecho con las prendas de Kokoro, nuestra hija, que vistió al nacer durante su larga estancia en el hospital. Fueron el regalo de una médico, que nos dijo que le sabía mal ver que siempre llevaba la misma ropa, los vestidos blancos con los que se viste a los pequeños que acaban de nacer.

Kokoro fue la primera niña en Japón que nació con una enfermedad tan extraña. Pero sobrevivió a esa difícil circunstancia. Y yo sé que la fuerza y el poder de Kokoro aún residen en la ropa que la abrigó y con cuyos retazos hemos creado este pequeño osito de ropa.

Lo hemos cosido Kokoro, Sara y yo misma. También mi marido nos ayudó a ello. El trébol de cuatro hojas lo encontraron mis hijas.

Por favor, guardadlo con mucho amor.

Vuestro bebé está luchando para vivir. Rezamos para que sane lo antes posible.

(ALEX ROVIRA:DE SU LIBRO UN CORAZÓN  LLENO DE ESTRELLAS)