Después de años de convivencia en eso del amor, uno se da cuenta
que la otra parte le ha hecho cosas que realmente no se hacen a una
persona que se le quiere.
Y que uno ha hecho cosas que tampoco se le hacen a una persona que
quieres. Son cientos de pequeñas torturas, de reproches y de manías
que se infringen desde que sale el sol hasta el ocaso.
- Cari, ¿me traes un vaso de agua?- le susurra ella mientras
duermen.
- Toma- y uno echa mano de la botella de Lanjarón que tiene en su
lado, en la mesilla.
- ¡Ay, no, esa no!, ¡traémela de la nevera!
- ¡Son las cinco de la madrugada , ¿por qué no amorras del
Lanjarón?
- Venga, porfi...
Y uno se levanta y va a la nevera.
Uno está educado en pensar, de un modo incorregible, que algo es
real y verdadero si concuerda con lo que debe de ser. A juzgar lo
visible por lo invisible: piensa que algo existe si los hechos que
veo se ajustan a lo que se había dicho y supuesto antes.
Así, una mujer no es “verdaderamente” una madre, y no es
realmente una esposa, si no se comporta como una madre y una esposa
deben comportarse, que es como todo el mundo espera que lo haga. Y
una esposa que te pide agua a las cinco de la madrugada, y encima de
la nevera, no se ajusta a lo que uno piensa que debe de ser una
esposa.
Ella tampoco cree que sea muy normal que su hombre, después de un
largo viaje de tres días, se tome antes de llegar a casa un Jackcs
Daniels en el bareto de abajo. ¡Vamos hombre, eso no es ni medio
normal!: lo normal es que llegue primero a casa, que es donde se le
espera, y donde se le quiere.
Y cada uno piensa del otro, que eso no se le hace a alguien que le
quieres y amas con amod vedadedo.
Esto de la convivencia y del amor es algo muy complejo.
Es como la comida, que todos sabemos qué es la sustancia- el
chuletón, por ejemplo-, y qué es la guarnición – las salsa
roquefort, a la pimienta, las patatas fritas.... Pero todos sabemos
que la guarnición se puede cargar la sustancia. Y en el amor y la
convivencia hay mucha guarnición, y poca sustancia.
La cuestión es dónde empieza y termina la sustancia, y donde
empieza y termina la guarnición. Comúnmente se supone que los
perfumes, la lencería, la sombra de ojos y el camisón, por ejemplo,
pertenecen de suyo a la categoría de guarnición, pedir agua fresca
a las cinco de la mañana,no está tan claro… y todos esos papeles
que tiene encima de la mesa, el Jacks Daniels que se toma antes de
llegar a casa, su modo de tomar la ensalada, masticando como si fuera
un chiclé, o el cenicero repleto de colillas,etc, no tienen, en
principio, nada que ver ni con lo sustancial ni con lo accidental, y
que más bien es que el tío es un Adán, un dejado y un baldrás. O,
a lo mejor, es guarnición
No lo dudéis : es la guanición.