Acompañar a Manuela me está
espabilando. Mucho.
No conoces una persona, por mucho que
la quieras, hasta que no llegas a ese punto, justo antes del cruce de
caminos, en que , si no media milagro, la senda se bifurca.
Es una ventaja vivir una enfermedad
así, que tiene un recorrido para hablar, pensar, rezar , o meditar.
Estos días de semana santa mucha gente
fallecerá en accidentes de tráfico sin tiempo a pensar en nada. Las
maletas no estarán hechas, muchas cosas quedarán sin hacer, o mal
ordenadas...habrá cuentas pendientes y asuntos de los que mejor no
hablar.
Nos han invitado a vivir en este
planeta, y en este cuerpo, pero somos más que células, nervios,
cosas.
La enfermedad no es sólo la de los
cuerpos. No es sólo el cáncer, o la ELA. No experimentar tu
auténtica grandeza es peor enfermedad. Eso es lo que estoy
aprendiendo.
¿Y qué enfermedad es esa?: las
ataduras. Vivimos atados a muchísimas cosas. Puedes ser un gigante,
y lo eres, pero si estás atado, aherrojado, trenzado por nudos
dificilísimos de deshacer, ¿de qué te sirve tu musculatura, tu
agilidad, y tu talento.
Estamos tan autolimitados por esta
mierda de sociedad que, o entendemos la vida de otra manera, o
seguiremos dándole zapatilla al vehículo del cuerpo hasta que un
día cualquiera pase a fundido en negro.
Sin darnos cuenta.
Esa es una de las lecciones que gracias
a esta enfermedad estamos descubriendo. Los dos vamos a salir muy
cambiados.
Los que te leemos, también vamos a salir cambiados.
ResponderEliminarCon más perspectiva, por utilizar un término pictórico.
Ídem
ResponderEliminaridem de idem. Y gracias por ello.
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