Estos días la ELA comienza a dar su peor cara: ya cuesta abrir un bote de Nescafé, faltan fuerzas para triturar unas pastillas, el cuello pierde flexibilidad, los pulmones se cargan de secas y grumosas mucosidades.
La rehabilitación es diaria, y hay días de piedra, y días de diamante.
Estoy en Barcelona y le envío un wasap:
"Te quiero Manu.
No dejes de querernos mucho.
Esa es nuestra fuerza".
Y me contesta:
"A por elloooo OS QUIERO DEMASIADO A TODOS".
Al atardecer de la vida nos examinarán del amor. No hay otra.
El mandamiento de Jesús es uno solo, Manu te está dando un máster, y nosotros aprendemos de vuestra lección: amaros unos a los otros.
ResponderEliminarUf... se me escapan las lágrimas. Yo también os quiero mucho a los dos. Un beso
ResponderEliminarMi abuela, con 96 años, me dijo que sólo se arrepentía de no haber querido más y mejor.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte