Julien Green escribe en su diario ...«Tal día de tu infancia,
mientras jugabas solo en el cuarto de tu madre y el sol brillaba sobre
tus manos, vino hacia ti cierto pensamiento, ataviado como un mensajero
del rey, y tú lo acogiste con alegría, pero más tarde lo rechazaste. Y
aquel pensamiento te hubiera guardado, sostenido.
Cuando caminabas bajo
los plátanos de tal avenida, y tu primo te dijo tales palabras,
comprendiste en seguida que aquellas palabras te llegaban de parte de
Dios, pero luego las olvidaste, porque contradecían en ti el gusto del
placer. Y tal carta, que rompiste y tiraste a la papelera, te habría
disipado aquellas dudas, pero tú no querías cambiar...».
“Tú
no querías cambiar”.
Allí está la razón de muchos de nuestros
problemas. Hay gente que ha sido educada en repetir muchos “noes” en su
vida. Desde pequeños se les decía que es bueno aprender a decir que
“no”. Esa mentalidad se acorteza en el alma y uno termina por no
escuchar, por seguir el ritmo cansino de la vida sin hacer caso a esas
inquietudes que vienen de no se sabe dónde y nos dan donde más duele.
Julien
Green pone en su diario el ejemplo de la muerte. Un día concreto, a los
veinte años, en un paisaje, y a una hora exacta, pensó en la muerte
como algo que sí le podía suceder a él. Y esa especie de revelación
interior, escribe, le cambio por dentro.
Todo es una revelación , si quieres.
Manu es mi revelación: lo fue entonces, cuando la conocí, y lo es ahora.
Manu es mi revelación: lo fue entonces, cuando la conocí, y lo es ahora.
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