He leído un libro bien curioso de García Márquez, “Cómo se
cuenta un cuento”,
Trata del proceso de creación en unos talleres de guiones para cine
y televisión.
Allí escribe: “ Hay que aprender a desechar. Un buen escritor no
se conoce tanto por lo que publica como por lo que echa al cesto de
la basura. Los demás no lo saben, pero uno sí sabe lo que echa a la
basura, lo que va desechando y lo que va aprovechando. Si desecha es
que va por buen camino. Para escribir uno tiene que estar convencido
de que es mejor que Cervantes; si no, uno acaba siendo peor de lo que
en realidad es. Hay que apuntar alto y tratar de llegar lejos. Y hay
que tener criterio y, por supuesto, valor para tachar lo que haya que
tachar y para oír opiniones y reflexionar seriamente sobre ellas”.
Y así es tan bien la vida buena: tachar lo que haya que tachar,
echar a la basura lo que no va.
La suerte de la enfermedad ayuda a eso, por parte del enfermo, y del
que acompaña: desprenderte de capas que sobran en el alma.
La enfermedad nos despoja de las cosas que nos sobran, pero no sabes la suerte que tienes, porque conozco a una que cuando quedó en cueros no se gustó.
ResponderEliminarEntro al hospital vestido, con el móvil boceando, el borrador de la Renta en el bolsillo y veinte pavos en el bolsillo.
ResponderEliminarSalgo del hospital en pelota picá, con el móvil apagado, me he dejado el borrador de la Renta en los servicios y ya no llevo ni un pavo.
Entonces, es cuando me doy cuenta del Cristo.