A veces llego a casa y encuentro a Manu
vestida elegante, y le pregunto, “¿has salido?. Es frecuente que
conteste que no...
David Gilmour en su biografía de
Kipling escribe «se compadecía de los hombres y mujeres de puestos
remotos que intentaban mantener su dignidad e incluso su cordura.
La imagen de los victorianos en el
trópico arreglándose para sus cenas solitarias provoca
invariablemente regocijo; pero Kipling supo ver la importancia de
tales ritos en la lucha contra el resquebrajamiento interior o "para
no venirse abajo".
En uno de sus cuentos un funcionario
forestal que vive solo en un bungaló en medio del bosque, se pone
cada noche una camisa blanca almidonada para "conservar su
autoestima en la soledad".
Kipling hacía lo mismo en la casa de
Lahore, incluso cuando su familia estaba fuera, porque "uno
sabía que si se rompía el ritual de arreglarse para la cena uno se
desprendía de su ancla de salvación"».
Ese “para no venirse abajo”, o
“conservar su autoestima en la soledad”, es el sentido de ir
arreglada en casa.
Conozco a una persona que vivia sola y simpre ponía la mesa para cenar con mantel, servilleta y velas. Precisamente para conservar la dignidad y no acabar comiendo "como los cerdos" (sic)
ResponderEliminarYo soy esa.
Eliminar¡Qué maravilla, Suso, lo que cuentas de Manuela! Es que es verdad, es que la verdadera dignidad lo es porque está por encima de uno mismo.
ResponderEliminarÁnimo Manuela!!! Guapa!!!
ResponderEliminar