A uno le han echado de dos colegios, ha
tenido que sincerarse unas cuantas veces sabiendo que al hacerlo las
consecuencias de ello iban a cambiar las circunstancias de mi vida.
Por ejemplo, nuevos destinos. Se ha metido en líos muy gordos que
han derivado en cruces de caminos donde había que dar la cara, si
querías actuar con nobleza.
Todas estas historias han creado una
segunda naturaleza en mi: aceptar lo inevitable.
Estoy preparado para eso. Es más, hay
varias situaciones de futuro que ya las tengo interiorizadas por si
acaso. Curiosamente ninguna es buena. Podrán diagnosticarme una
enfermedad fatal, despedirme del trabajo, arruinarme, tener un
ictus, un divorcio , un accidente en carretera por mi mala cabeza, o
que Tomás López me convenza para que pite y, viudo, me case con su
hija....
Para mi, sí. Pero no estaba preparado
para aceptar lo inevitable en la gente que quiero. Eso es otra cosa.
He conocido
personas que han tenido el impacto de tener un hijo con parálisis
cerebral o con cualquier enfermedad degenerativa, incapacitante o
minusvalía, que no han sabido aceptar esa situación. Y he conocido
quien sí. Y, la verdad, poco nos ayudaremos a nosotros, y menos aún
a nuestro hijo, si nos pasamos la vida sin aceptar este hecho.
Es asunto de dos esto de
aceptar lo inevitable. En eso estamos.
Hoy toca Madrid.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo a los dos
Si te hace falta transporte gratis, ya sabes.
ResponderEliminarSilba.
Mernabo? Espero q sea una broma, si no qué putada!
ResponderEliminarVenga Suso, somos muchos los que estamos cerca, en lo evitable y en lo inevitable, como tu has hecho y como lo harás.
ResponderEliminarSul
Montevideo