Ya
sabéis que en casa vivimos con dos gatos, Tíacarmen y Encomiendo.
De
ellos estoy aprendiendo estos días una lección.
Por
lo menos dos veces al día los dos, cada uno de modo imprevisible-
¡no le pidas a un gato disciplina!- se acerca a alguno de nosotros
de una manera especial. No significa que quiera que le den de comer
ni que lo dejen salir, ni nada por el estilo. Lo que necesita es algo
muy diferente.
Si
ven un regazo a mano, por ejemplo, el hueco que haces con las
piernas al acurrucarte en la cama, se sube a él de un salto; si no,
lo más probable es que se quede ahí abajo esperando con aire
nostálgico, hasta que vea que hay uno preparado.
Una
vez acomodado en él, empieza a ronronear antes incluso de que uno le
acaricie el lomo, le rasque bajo el mentón , o no le hagas nada.
Después, con su «motor» acelerado al máximo, se acomoda hasta
encontrar la posición que le gusta y se instala.
De
vez en cuando, su ronroneo se descontrola y se convierte en ronquido;
entonces te mira con los ojos abiertos de asombro y te dedica ese
prolongado ir cerrando los ojos que es la muestra final de la
confianza de un gato.
Al
cabo de un rato, poquito a poco, se va quedando quieto. Si siente que
todo va bien, puede ser que se quede en el regazo para echarse una
cómoda siestecita. Pero es igualmente probable que vuelva a bajar de
un salto y se vaya a atender sus cosas. Sea como fuere, la razón la
tiene él.
A
veces pienso, “¿sabrá esta tía que hoy estoy futut”?, porque
parece que está acompañando tus tristezas.
Descubres
una buena lección: en casa no es el único que tiene esa necesidad:
Manuela y yo necesitamos ronronearnos. Necesitamos un abrazo en la
noche, un regazo acogedor, una mano que se agarra a ti de un modo
impredecible, no porque nada nos falte, no porque sea necesario, sino
simplemente porque somos son así.
Tal
vez todos somos así.
Todos necesitamos tener un plan B.
ResponderEliminarEs fundamental.
...
Buscamos soluciones, apoyos, estrategias a corto plazo, pues los problemas acucian, queman, se imponen, exigen y desgastan.
Desde siempre, la estructura social, el desconocido, el recién llegado, es el plan B.
A veces se usa, a veces no.
A veces pensamos que no lo necesitamos, a veces si.
A veces cambian las circunstancias, a veces no.
Pero saber que la naturaleza humana nos ofrece un segundo plan, es importante.
Seguro que todos somos así.
De las cosas más bonitas que tiene una relación de amor es ese abrazo de la noche, un regazo acogedor, unas manos que acarician...y estar allí...hasta el amanecer, juntos.
ResponderEliminar