Hace
tiempo que la literatura infantil / prejuvenil tiene un público
objetivo distinto del que tuvo antaño, que eran los niños.
Viví
ese cambio hace años, cuando pasamos de los clásicos a otros un
tanto raretes. Y es porque sus destinatarios son los profesores y
padres progres.
Estas
historias ya no tienen por qué gustar a los chavales, tienen que
gustar al adulto como medio adecuado para transmitirle al joven
valores guais.
Por
supuesto, un valor guay es que la vida es una mierda.
Son
libros transgresores pero en su justa medida, moderadamente rebeldes
pero dentro de unos límites, pequeños soñadores con un gran mundo
interior pero no por ello antisociales . Todo más o menos sí, pero
con matices.
Y
en este contexto se escribió Pobby y Dingan, de Ben Rice.
El
libro cuenta la historia de Ashmol, un chiquillo más o menos rebelde
de un pueblo minero de Australia que tiene que aguantar cómo todo el
pueblo trata como reales a los dos amigos invisibles (Pobby y Dingan)
de la lunática de su hermana: algunos los saludan por la calle, la
madre les pone dos platos en la mesa a la hora de la cena…
Pero
un día los dos bichos desaparecen, a la vez que la cría se pone
enferma. Así, Ashmol comienza la búsqueda de Pobby y Dingan, al
principio con resignación y al final con desespero creyendo que esa
será la única manera de salvar a su hermana enferma.
En
un momento de la historia , Ashmol, angustiado ante la salud de su
hermana pequeña nos cuenta : «Me asomé a la ventana de mi cuarto y
recé una especie de oración. Dije algo parecido a esto: “Por
favor, que la gente busque a Pobby y Dingan”. Y junté las manos.
Cuando acabé aquél rezo, me di cuenta de que no le había puesto
dirección, y entonces murmuré: “P.D. Esta oración es para Dios o
para cualquier ser poderoso que pueda oírme”.
¡Qué difícil es eso de la fe!
¡Pero difícil! Y más difícil que nos lo hacen, que lo hacemos...Igual, aunque no tengo ni idea, la fe es un final abierto.
ResponderEliminarLa FE, así , con mayúsculas, es un final abierto, a condición que sea abierto a los demás.
EliminarSé lo que digo, pero no puedo decir más.