Cuando vivía en la religión no me
daba cuenta.
Me habían formado sobre prácticas
mecánicas, costumbres que adornaban mi piedad a través de liturgias
que no hacía mías. Seguía los dictados de otros, que a su vez
repetían los de otros anteriores. Pero nunca conseguí alcanzar eso
que se llama “vida interior”, ni lo que se llama “meditar”.
Rezaba, sí, como un loro.
Y en mis meditaciones no conseguía
dominar la imaginación.
Tuve que salir de esa espiral para
entender lo mal que estaba. En cuarenta y dos años de vida no había
avanzado un ápice en cuanto a mi interioridad.
Esas prácticas sólo habían
conseguido protegerme contra la auténtica experiencia religiosa.
¿Por qué?: porque por su naturaleza misma esa experiencia sólo
puede ser personal. Si imitas, si haces lo que hacen los demás, no
andas ningún camino. Estás en una Organización, pero no en una
vocación, que es búsqueda personal.
En la religión formal todo está
concretado y formulado. Las religiones adornadas y detalladas nos
protegen contra una experiencia “fulminante”
, de las de
verdad, de una búsqueda de Dios que sería , quizás, excesiva para
nosotros.
Hay dos tipos de meditación: la
discursiva, y la fulminante, por llamarla de alguna manera.
En la meditación discursiva, como la
propuesta por Ignacio de Loyola, Escrivá y otros, se nos invita a
considerar una escena, por ejemplo, la historia de la Crucifixión, y
nos animan a imaginar la distintas escenas como se dispondría una
escenografía en la imaginación. Escrivá decía “como si la
vieses en una película”.
Esa es la mejor manera para no meditar
nada. Eso no es meditación. ¡Y yo pensé que sí!
El otro tipo
de meditación que llamo
“fulminante” por ponerle un nombre, nos arroja más allá de
todo nombre, forma y concepto. Y desde allí
no se puede volver. En
sitios en los que este tipo de meditación
ha sido practicada largo
tiempo, por ejemplo en las órdenes contemplativas, esto lo entienden
muy bien.
Pero si hemos pasado antes por varios
años de meditación discursiva, ésta nos
sirve como un estado
intermediario por el que podemos regresar. Y cuesta mucho
desembarazarse de esos tics y se esas tonterías que no llevan a
ningún lado, excepto al infantilismo espiritual.
¿Cómo se camina por esa meditación
fulminante?, en el silencio, en el dejarse querer.
Hay enfermos que también recorren, y
en muy poco tiempo, esa senda. Muchos no habían rezado de esa manera
mecánica en su vida y, sin embargo, llegan muy hondo, y muy lejos en
el amor de Dios de la mano de ese Silencio creador.
Lo sé, lo he visto, y hoy me doy
cuenta.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAquí se puede ver un ejemplo claro de ese infantilismo y de manipulación de las conciencias en una institución muy pero que muy similar a la obra del Todopoderoso. La religión es probablemente una creación humana y las desviaciones, distorsiones y contorsiones que sufre está sujeta al capricho (muchas veces inconsciente) y a las limitaciones intelectuales de los hombres. Se puede convertir en una aberración. Si Dios existe, no creo que pueda ser de su agrado esa manera relacionarse con El.
ResponderEliminarEso no es religión.
Eliminar¡Están como chotas! (si es verdad la historia)
Aunque reconozco que he conocido gente así.
Estás aprendiendo cosas fundamentales, LAS cosas fundamentales, a pasos forzados y por un duro camino. Yo te agradezco que lo compartas, a mi me ayuda mucho.
ResponderEliminarSi, es una verdadera pena la forma de distorsionar la Fe, el creer en Jesús Hijo de Dios.
En los coles católicos "normales" (no del Opus y esas cosas) deberían aprovechar la hora de tutoría, ética y religión para enseñar a los niños a pensar en el prójimo, para profundizar en su Fe, para ser mejores....... Se han perdido años de educación en estupideces y hemos dejado de lado lo importante, el ayudar a educar. Ya no se puede recuperar.
que espanto Jose A. lo de ese sacerdote, que imagen, no quiero ni pensar los problemones que encierra esa actitud...... La Iglesia la formamos personas con muchísimos defectos, pero eso me parece enfermedad.
ResponderEliminarBuenas noticias.
ResponderEliminarLa inteligencia acaba abriéndose paso a pesar de la humanidad.
1 El director del cole de mis hijas ha sido fundamental en un problema grave de salud de una hija mía.
2 Yo le ayudé a sacar de un apuro a una alumna accidentada.
3 Los padres hemos recaudado 18.000 pavetes para la operación de corazón de una niña de 8 años.
4 El director se descojona cada vez que habla conmigo. Y yo también.
Los domingos en misa, con San Juan y su lenguaje poético, el cura Eduardo nos lleva de la mano adonde le sale de la minga.
Todo ello en un barriete de clase media, con la gente más quemada que las gomas de mi coche.
Y de pronto, te das cuenta de dónde cojones está la verdad del Evangelio.
En el mismo sitio donde Nuestro Señor nos la enseñó.
En la puta calle, y no en los jodidos despachos.
Donde todos podemos ser salvados del infierno, pues en puridad, vivimos ya en él.