Han
cambiado los hábitos domésticos debido a la medicación de Manuela.
A las 9 de la noche estamos ya planchando la oreja.
Duermo
con facilidad, pero también despierto a horas muy madrugadoras. En
ocasiones tengo insomnio.
¡Cuántas
veces el insomnio es un don!. De repente despertar en medio de la
noche y tener esa cosa rara: soledad. Silencio. Sólo el tecleo del
ordenador mientras escribo, o los golpes que le doy a la pantalla del
Kindle para pasar página (un poco paleto, sí, pero es así). Y
bebo café con gusto, todo yo solo en el mundo. Nadie me interrumpe
la nada. Es una nada a un mismo tiempo vacía y rica.
Después
va amaneciendo. Las nubes aclarándose bajo un sol a veces pálido
como una luna, a veces un amanecer acerado, otras llueve. Estas
noches hiela. Levanto la persiana y abro la ventana de mi despacho
para que refresque el relente y despeje el pestazo a tabaco antes de
que aparezca Manuela, y estreno el día.
Ese
aire fresco
es mío, el sol es mío, la tierra es mía. Y me siento feliz por
nada, por todo. Hasta que, como el sol que sube, la casa se va
despertando y está el reencuentro con los sonidos familiares
cotidianos...el lloro de Paulita, la vecina, el subir impetuoso de la
persiana del cuarto de Manuela, el maullido de Tía Carmen , la gata,
el sonido del bajar los escalones de alguien, un coche que sale del
garaje y cruza delante de casa...
Mi canción favorita para momentos así: Location de Freelance Whales.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=OIAYW--2zdc
Espero que te guste, un abrazo!
Emma Morley.
Totalmente identificada.Y lo expresas bellísimo. Como cuando te da la gana de escribir todo lo bien que sabes.
ResponderEliminarLa noche no "me confunde", me conforta.
Sigo aquí.
Un beso a Manu y a ti, también.
Qué estás leyendo en la Kindle?
ResponderEliminarTerminé ayer la última de Mercedes Salisachs...¡novelazo!: El caudal de las noches vacías.
ResponderEliminar