Leí una micro historia «del judío que fue al pueblo de
Mezeritz no para escuchar al predicador sino para ver de qué modo
éste se ataba los zapatos".
Evidentemente, todo era ejemplar en aquel maestro, hasta los actos más domésticos de personas que no sólo predican muy bien de boquilla sino que son ejemplares.
¡Eso es lo que necesitamos!: no somos ejemplares, y nos engañamos
con las palabras , la propaganda, el celofán y los gestos
demagógicos.
Al final, Lo que nos enamora de algunas personas es, precisamente, “el
modo en que se atan los zapatos”.
Alli estaba ella.
ResponderEliminarEn un dia de tormenta infinita, donde el viento arrastraba la furia endemoniada de los Dioses.
Todo lo que nos rodeaba estaba amenazado por aquel viento salvaje.
...
Ella se solto el pañuelo que recogia su pelo.
Y arremangandose la camisa se dispuso a retirar el mobiliario volcado por la tormenta.
Ese pequeño gesto me dijo todo lo que necesitaba saber.
Y fue entonces cuando empece a amarla de verdad.
Cuando la vi despeinada, cara al viento.