Cuando alguien te hable de la muerte,
de su muerte, no cambies de tema.
No te preocupes por lo que va a decir.
Escúchale, tócale, acaríciale, muestra lo que sientes.
Comparte tus sentimientos de
impotencia, de amor , de cercanía. Admite que no sabes lo que está
pasando, que no tienes todas las respuestas. Reconoce que estás
desconcertado, a veces impotente ante esa situación. Que tú también
sufres.
Cuéntale que te sientes culpable por
estar sano, que a veces rezas pidiendo que esa enfermedad fuese la
tuya. Que tú también tienes miedo.
Esos sentimientos son normales.
Compártelos. Sé muy sincero.
Ayer cuando conducia muy temprano, tuve como un flash. Tu ibas a mi lado, de copiloto, y Manu en el asiento de detras.
ResponderEliminarYo estaba inabitualmente callado y trataba de usted a Manu.
Concentrado en conducir rapido para llegar a una estacion de trenes.
Sonaban los Beatles.
Manu sonreia.
Pienso que es una suerte querer tanto como para decir que me gustaría que tu enfermedad fuese la mía... me parece una maravilla.
ResponderEliminarHabía pensado escribir por correo, pero la afirmación de la Entrada me lo ha puesto en bandeja, para decirle a Suso que hace unos meses, yo también rezo para ser la enferma y no Manu.
ResponderEliminarMi inutilidad es patente y lo digo sin melodrama alguno.
¡Ella es tan necesaria!
En fin...ya se verá...
Lo digo sinceramente y de corazón.
Un abrazo
A
Gracias, seas quien seas.
EliminarUn entrañable deseo el tuyo, Suso. Hoy me has emocionado de manera especial.
ResponderEliminarMauricio, gracias.
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