He conocido niños heridos, y han
crecido así, con unas carencias profundísimas.
No fueron bienvenidos al mundo porque
nadie les esperaba.
Nadie les festejó ni mucho ni poco
que estuvieran allí.
No les prepararon un lugar
especial donde vivir.
Ni se alegraban que fueran como
eran.
No escucharon la frase “no te
abandonaré, pase lo que pase”.
Ni oyeron unos labios que dijeran
“me alegra mucho que seas un niño (o una niña).
O “me gusta alimentarte, bañarte,
cambiarte los pañales y pasar el tiempo contigo”.
Hoy, en la enfermedad, cuando han
pasado muchos años desde aquellos días de la infancia, podemos
aliviar y sanar esas carencias, porque el niñ@ sigue allí, paciente
en su dolor y su miedo.
Hoy podemos pasar a positivas esas
frases que no escucharon: me gusta alimentarte, bañarte, cambiarte
los pañales, pasar el tiempo contigo”...
Cojones Suso
ResponderEliminardisparas con balas de verdad
mis hijos y mi nieto si son queridos
ResponderEliminarmas de lo que lo fuimos nosotros
y espero no tener que cambiar pañales
pero si no hay más huevos se hará mientras se le acaricia la frente
eres un maldito cabrón
no me cabe duda
¡TOIIIII!, ¡QUÉ ALEGRÍA TÚ POR AQUÍ!!!
ResponderEliminar¡¡¡Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta...Toi ha vuelto!
Te leomientras escucho elllanto de un bebé de 2 meses. Su madre le ha consolado enseguida, y se percibe su paz. "Sólo" quería comer, y tiene quien le proteja.
ResponderEliminarPreciosa reflexión, todos terminamos siendo, nuevamente, niños.
Sí, es una entrada muy bonita. Ahora existe una nueva sensibilidad hacia los niños que antes no existía. Yo creo que nunca fui niño, no me acariciaron, no tengo conciencia de contacto físico con mis padres. Pienso que algunos miedos de hoy vienen del ayer.
ResponderEliminarNo lo dudes, muchos miedos de hoy son de ayer
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