Esperando en el pasillo de Neurología
del Carlos III ves gente de lo más exótica y peculiar. Se pasean
delante de ti, deambulando por un circuito imaginario entre pasillos
donde distintos pacientes esperan ser llamados a su turno.
Cada pasillo tiene sus enfermedades:
neurología, Sida, infecciones tropicales...Carlos III es un hospital
de enfermedades que llaman “raras”.
Me llamó la atención un personaje que
acostumbraba a vestir un gabán verde oscuro, alto, mal garbado,
enjuto y estrafalario. Sus ojos brillaban con la chispa del
excéntrico. La barba poblada camuflaba una mandíbula prognática.
Su piel era un entreverado de colores cetrinos. Sus rasgos recordaban
lejanas tribus asiáticas.
Una mañana , cuando fumaba en el
pequeño parterre exterior de la entrada, mantuvimos una
conversación. Los dos teníamos curiosidad por conocernos. O quizás
era yo el que de verdad me sentía atraído por una biografía que
presumía interesante.
Se llamaba Lüdwing, era natural de
Kuala Lumpur, hijo de una nativa y un padre desconocido, seguramente
de raza blanca. Hablamos cada uno de los motivos que nos llevaban a
estar allí. Lüdwing seguía un experimento de la Unidad de Enfermedades
Exóticas. No sabían bien, explicó mientras daba unas caladas que
en tres pipadas consumía su cigarrillo, qué enfermedad padecía.
- Ahora creen que estoy loco.
- ¿Y lo está?...no lo parece.
- No, no lo estoy.
- ¿Entonces?...
- Tal vez nací con siglos de
antelación. Soy un genio.
- Un genio...¿en qué?- pregunté
barruntando que tal vez sí estuviera loco.
- Soy músico.
- ¡Caramba!. ¿Compone?
- Mucho.
Cada viernes manteníamos nuestra
conversación y llegamos a conocernos bastante bien. Era un hombre
culto pero, como a los doctores, tenía para mi que algo no iba bien
en esa cabeza.
Una mañana le pregunté si podía
escuchar una de sus obras.
- Por supuesto. Lo que no sé es si
usted tendrá tiempo para asistir a una de mis audiciones.
Precisamente esta noche tenemos una a las 12 de la noche en el
parque del Retiro.
-¿Esta noche?
- Esta noche.
- ¿Con orquesta?.
- La más grande que jamás se ha
visto.
Aquella noche debíamos dormir en
Madrid, así que pensé sería una buena ocasión para invitar a
Manuela a un concierto y olvidarnos de su enfermedad.
- Muy bien- respondí- ¿dónde
quedamos?
- En Colón a las 11.30 h.
- ¿Hay que ir vestido de alguna
manera especial?
- De largo su señora, y los
caballeros de smoking.
- Hasta las once y media entonces.
- Serán bienvenidos.
(CONTINUARÁ)
...qué intriga!
ResponderEliminar"La barba poblada camuflaba una mandíbula prognática." (Suso dixit)
ResponderEliminar¿¿¿prognática???¿¿¿qué corchos quiere decir???
El prognatismo consiste en una deformación de la mandíbula por la cual ésta, bien en la parte superior o bien en la parte inferior, sobresale del plano vertical de la cara.
ResponderEliminarSi quiere probarlo en usted mis@,adelante su mandíbula inferior como si fuera un actor interpretando a un Borbón.
ResponderEliminarAgradezco su explicación. No obstante creo que entonces lo correcto sería hablar de una MANDÍBULA PROGNATA (que no prognática).
ResponderEliminarNo lo veo claro...necesito ALGUNA OPINIÓN MÁS (que no sólo la suya)
EliminarEl diccionario avala al anónimo: es prognata.
ResponderEliminarCraso Yerro.