Me admira Manu, ahora que puedo observarla...
Hay un tipo de persona que a uno le da miedo: el tipo que
desprecia la vida cuando ve gente buena, personas ejemplares, vidas
limpias...y no porque no se lo crea, sino porque se lo cree y le
fastidia su contemplación. Está harto del bien, de la belleza, de
la entrega de otras personas a los demás. No está cansado del mal,
está cansado del bien.
Manuela, en su enfermedad, se está mostrando como una niña.
Vive alegre, presumiendo de sus amigas, de su gente, de los hijos de
los vecinos, a los que obsequia con detalles que no olvida...¡presume
mucho de todo lo que le rodea!.
Por dentro lleva lo suyo, pero no trasciende.
Mucha gente envejece con sus pecados, algunos pecados les arrugan
siendo jóvenes hasta más allá del siglo. Y el alma se marchita en
ellos. Se va muriendo el chaval que había en ellos , su inocencia,
su alegría, su generosidad...hasta caer en un escepticismo caduco,
deteriorado y triste.
Y a Manuela la siento en esa niñez alegre.
Sólo Dios, que es un Niño Grandón que crea las cosas con la
Alegría de los niños, puede hacernos volver a ése otro que fuimos.
O un amor que nos haga otros.
Buenos días Mauricio: cada día te busco porque me sorprendes con algo mejor. Gracias por recordarme cosas tan sencillas y tan importantes. Y por querer como quieres. Un abrazo
ResponderEliminarhttp://medicoacuadros.wordpress.com/2013/10/07/cuando-sea-vieja-me-morire/
ResponderEliminarLo he descubierto hoy. Me ha recordado a vosotros.
Ojalá todos fuésemos como niños, y pudiésemos ver el mundo con el prisma de la inocencia. Un abrazo
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