Necesitamos certidumbres para poder proyectar, para poder elegir, para
poder decidir, para poder vivir, justamente, humanamente, para poder
vivir en medio de la inseguridad. ¿Dónde las busco?, o mejor...¿las quiero
buscar?, ¿o preferimos quedarnos en tierra de nadie?.
La primera certidumbre que sabemos, casi la única, es que vamos a
morir. La incertidumbre es que no sabemos cuando. Pero esa verdad nos
aterra. Y , sin embargo, enfrentarse a ella es la clave para encontrar
más certidumbres que nos ayuden a estar seguros.
El hombre suele desviar la mirada, cuando se encuentra consigo
mismo. Cuando se enfrenta a su condición, desvía la mirada y, mientras,
se afana por conocer el comportamiento de los minerales , de los
astros, de los vegetales, de los animales, o todos los comportamientos
sociales, económicos...¡lo que sea!.
Cuando se trata de sí mismo, cuando se trata de su condición
personal, siente una especie de temor, una especie de pavor. Un acojone
paralizante. No se atreve a enfrentarse con su inseguridad, y por tanto
no busca las certidumbres que podría tener, que yo creo que son muchas, y
que se han ido acumulando y consiguiendo a lo largo del tiempo a
través de la filosofía, la literatura, la poesía, la religión.
Aunque nunca llegamos al misterio. Siempre ciegos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario