Caminando por las distintas rutas que rodean mi casa, a cada una
le puse un nombre, en medio de extensas llanuras hoy acartonadas por
el frío, me sorprende con frecuencia la belleza de una simple nube
atravesada por los rayos del sol.
El sol la viste de colores de ensueño y de infinito, y uno la
asocia a la nostalgia de una imposible belleza que buscas desde
pequeño y no hay forma de encontrarla.¡Es tan fascinante una nube
atravesada por el sol!
Después el sol se pone, la Tierra lo comulga en el horizonte, y
la nube ya no es más que una mancha oscura.
Es cierto que el brillo de la nube era una ilusión – como el
brillo de tantos amores que un día nos deslumbraron y después
quedaron en nada-...¡pero no se me olvida que el resplandor del sol
era verdadero!. Es importante no olvidarlo, porque si no
,confundiremos el ídolo (la nube), con la Luz...esa confusión
cuando se repite muchas veces lleva a dudar hasta de la Luz misma.
Tanta decepción nos hace muy frágiles.
Entonces, no se cree en nada ni en nadie.
Sé que Manuela es sólo una nube. Yo también soy
una nube...traspasada por una Luz en la que sí creo.
La Luna- tan hermosa- así vista, es una piedra iluminada por el
sol.¡Luz!
Un día me contaron que la luz es la sombra arrojada por Dios sobre nosotros.
ResponderEliminar"Después el sol se pone, la Tierra lo comulga en el horizonte(...)"
ResponderEliminarQué buena imagen.
Hoy te has dejado llevar por la poesía. Así quizá nuestra fragilidad sea más llevadera...
ResponderEliminarAbrazos para los dos.