“Cuando era un joven sacerdote le asombraba encontrar tanta
gente que pensaba que el cristianismo se reduce a un conjunto de
normas y reglamentos que hay que respetar para evitar la condenación
eterna. La palabra que usa para referirse a esto es “moralismo”.
A menudo recuerda a la gente que el cristianismo no es
primordialmente un sistema ético; es... en especial, un encuentro
con la persona de Cristo. Pretende ser enriquecedor y alegre.
El Papa no niega la posibilidad de que algunas personas puedan
acabar en el infierno, pero cree que resulta más bien neurótico
concebir el cristianismo como una póliza de seguro contra la
condenación eterna. Considera las diversas prohibiciones contenidas
en la enseñanza judía y cristiana meramente como el reverso de un
gran “sí”.
“ Por consiguiente, trata de centrarse en los aspectos
positivos, en lo que puede ser una verdadera espiritualidad
cristiana. Con frecuencia se refiere a hermosas obras del arte y de
la música como epifanías de la gloria de Dios y ejemplos de lo que
puede ser creado por los que tienen fe. Desea que la gente se enamore
de la belleza, la verdad y la bondad de la Revelación Cristiana, en
vez de vivir temerosa de ella.
Es como si los defensores del moralismo hubieran confundido a
Aslan con la Bruja Blanca. Centrarse en las obras del arte cristiano
y la belleza de las vidas de los santos cristianos es el antídoto
que nos ofrece contra la mentalidad moralista”.
(Sobre Benedicto XVI , Tracey Rowland. Tracey es decana del
“Instituto Juan Pablo II para la teología y la familia").
Tengo una amiga Testigo de Jehová que está muy preocupada porque tiene la certeza de que no me salvaré, ni mi familia. Yo la tengo de que ella si lo hará, pero no por su Fe, sino por su bondad.
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