Lo cuenta Ratzinger en “Cooperadores
de la Verdad”.
Refiere
la anécdota de Elie Wiesel en la que «Jehel, un joven
muchacho, entró llorando precipitadamente en casa de su abuelo, el
famoso Rabí Baruch.... se lamentaba: mi amigo me ha abandonado, ha
sido injusto y poco amable conmigo.
- Vamos, vamos, ¿no puedes
explicármelo más despacio?, le preguntó el maestro
- Sí, respondió el pequeño. Hemos
jugado al escondite. Y yo me he escondido tan bien que mi amigo no
ha podido encontrarme. Así pues, cansado, ha dejado de buscarme y
se ha ido. ¿No ha sido antipático?".
Recuerdo el gozo que de chaval me
producía jugar al escondite, a “polis y ladros” , y esa
sensación de furtivo que es buscado- a veces pasaba el “policía”
tan cerca que podías escuchar los latidos de su corazón. En esos
momentos de un silencio expectante, ese escondite te parecía
misteriosamente atractivo y seguro.
Pero si dejan de buscarte y te quedas
abandonado a tu suerte, la cosa cambia. Nada tiene sentido. Estás
allí más colgado que un fuet...
Ratzinger considera que lo mismo ocurre
con Dios: “ Él se ha ocultado y nosotros no lo buscamos. Imagínate
lo que esto significa: Dios se ha ocultado y nosotros no lo buscamos
ni siquiera una vez. En esta pequeña historia se puede descubrir de
modo manifiesto el sentido de la Navidad. Dios se oculta (…).
Espera al hombre».
Yo lo veo de otra manera. Creo que es
Él quien me busca...y, de momento, aún no encontré el modo que Él
quiere, y nosotros necesitamos...tal vez ya me ha visto, y se está
haciendo el tonto.
¡Cuánto fastidia esto! Entiendo perfectamente eso que dices, cuando parece que la voluntad de Dios nunca coincide con la tuya. ¡Si al menos nos dieran las razones!
ResponderEliminarYo voy por la misma senda, Suso.
ResponderEliminarUn saludo
Buenos días Mauricio
ResponderEliminarEsa claridad es la que necesito para aplicar a mi vida. Tambien estoy en el camino, aunque me he distraído por varios senderos.
Un abrazo fuerte
A mí siempre me han dicho que la clave es hacer la Voluntad de Dios y no la nuestra. Y la Voluntad de Dios siempre entendida como fortaleza, sacrificio y entrega. Al final, he acabado creyendo que mi voluntad es contraria a la de Dios y que mi Libertad es puro egoísmo. Eso, por momentos, frustra mis ilusiones y, en consecuencia, mi alegría.
ResponderEliminarEn este tipo de casos , pienso que no están de más estas palabras de Benedicto XVI: "...el Cristo que se ha indignado con los mercaderes de objetos de piedad establecidos en el patio del templo y que, en las Bodas de Caná, ha participado en la alegría de los invitados, no encuadra en el ideal estoico de la espiritualidad impasible. Él ha puesto toda la pasión del hombre verdaderamente humano al servicio de lo divino, al servicio de ese Dios celoso e irritable, pero que es siempre un Dios de amor.
Esta toma de conciencia ha conducido a un cristianismo humano, vital, abierto al mundo, en una palabra, a lo que se ha dado en denominar un cristianismo encarnado: un cristianismo que no se agota en las mortificaciones, la huida del mundo y la espera del más allá, sino que se abre con simpatía al mundo y se inserta en la vida de hoy, se alegra de todo lo que es bello, noble y grande, y descubre en ello la huella de los valores cristianos que deben encarnarse de nuevo y realizarse como una responsabilidad de nuestra época."
¡Buen comentario!
ResponderEliminar