Cuando
se da amor, ese amor sustenta tanto a quien lo da como a quien lo
recibe.
No
puedes curar a tus seres queridos ni liberarlos de todos sus
problemas, pero puedes apoyarlos con tu amor. Lo importante que ha
de recordar la persona que presta su apoyo es brindar amor a quien
sea: al marido, la esposa, la amante, el hijo... Y ha de escuchar al
enfermo, pero también ha de permitirle que tenga su enfermedad.
Y
como ésta es «suya», no se trata de hacer que se sienta culpable
con preguntas como: «Oye, ¿ya te acuerdas de rezar o meditar? ¿ Has hecho los ejercicios del logopeda? ¿Tomas tus medicinas?». Si todo el tiempo te
oye decir cosas como éstas, no querrá escucharte. Porque eres un pesao.
Puedes
buscar información sobre su problema y ofrecerle lo que encuentres,
pero si tira el material a la basura, es cosa suya. No hagas que
termine tirándote a ti a la basura. Si cuenta con tu amor, ya
encontrará el camino. Debes darle permiso para encontrarlo por su
cuenta, aunque su manera de hacerlo difiera mucho de lo que a ti te
gustaría.
Así
pues, dale los recursos, pero ahórrale el sermón.
Gran reflexión que vale no sólo para enfermos, sino para ser mejor padre, mejor amigo.....
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