Una de las cosas que estoy aprendiendo
estos días es que a un enfermo, sea quien sea, hay que aceptarle
tal como se encuentra, cualquiera sea su estado de ánimo en ese
preciso momento.
Escucha lo que tiene que decir- ¡ como
si no quiere hablar!- , sin juzgarla. En ese instante pueden surgir un
sinnúmero de sentimientos en ese momento : enojo,
frustración, temor,desesperanza, ganas de estar a solas.
Al no juzgarla por sus palabras o
sus gestos, ella entenderá que puede confiar en ti sin temor.
Como te dé por preguntar, dar la
murga, saber qué le sucede, cómo está por dentro- ¡craso error
hablar de temas espirituales!, o religiosos! - te rechazará o te
dará respuestas falsas.
Nosotros todavía no hemos hablado de
temas “profundos”.
Ella hace cosas, sus cosas, como encender una
vela en el salón delante de alguna fotografía de alguien querido,
como un sobrino que falleció, mi padre, o por el amigo que murió
hace unas semanas...Ella sabrá por qué lo hace.
Ella sabe...déjala en paz.
Gran consejo tuyo, me gusta lo que dices y cómo lo dices. Cuidar de otro, saber hacerlo con inteligencia y amor, es una asignatura pendiente del género humano en general.
ResponderEliminarIgual hago yo con los que acompañan a los enfermos. Para mí, son una extensión suya, porque también sufren.
ResponderEliminarCuidar...no debemos darnos por satisfechos, tenemos que conocer mejor lo que nos rodea, plantearnos problemas con mayor agudeza e intentar resolverlos con todo nuestro talento, nuestro conocimiento, nuestra humanidad. Hemos de inventar nuevas perspectivas, nuevas miradas en las que reconocernos y reconocer al otro, donde se explique y se sostenga nuestra dignidad. Las herramientas; la observación y el silencio. Es el primer paso. Luego va surgiendo todo lo demás.
ResponderEliminarÁnimo.
El penúltimo párrafo me ha emocionado. Gracias.
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