viernes, 25 de julio de 2014

SOBREVIVIR A LA AUSENCIA

La ausencia puede matar la ilusión y marchitar cualquier esperanza, pero no siempre. Depende del cuajo del que estemos hechos, depende también de una cierta idea trascendente que tengamos del este mundo, y de nosotros.

Si no hay nada después, ¿qué sentido tienen las caricias, los besos, los proyectos?

Cuando se pierde la ilusión , perdemos una senda que nos llevaba a alguna parte, que despertaba objetivos por alcanzar, y con el empeño de que no hay obstáculo que pueda impedir aquella ilusión, por muy lejana e improbable que parezca.

Pero siempre nos topamos con la ausencia absoluta y fatal. Definitiva. La bailarina paralítica, el cantante mudo , el pianista amputado...vocaciones frustradas.

Y , sobre todo, la muerte.

¿Puede sobrevivir a todo eso la ilusión, la vocación?. La mayoría no. Pero se puede.


¿Vale la pena para un pianista que descubre que le han amputado las mano?. No lo sé. ¿Un mando de un Cuerpo de Fuerzas de élite que despierta convencido de estar en una guerra equivocada, en una patria que le es extraña?. Puede ser.

La muerte de Elisa no segó la ilusión de Garcilaso, y escribe unos versos maravillosos, que invitan a leerlos, cerrar los ojos y saborearlos en silencio.

Quién me dijera, Elisa, vida mía,

cuando en aqueste valle al fresco viento

andábamos cogiendo tiernas flores,

que había de ver, con largo apartamiento,

venir el triste y solitario día

que diese amargo fin a mis amores?

Divina Elisa, pues agora el cielo

con inmortales pies pisas y mides,

y su mudanza ves, estando queda,

¿por qué de mí te olvidas y no pides

que se apresure el tiempo en que este velo

rompa del cuerpo y verme libre pueda,

y en la tercera rueda,

contigo mano a mano,

busquemos otro llano,

busquemos otros montes y otros ríos,

otros valles floridos y sombríos

donde descanse y siempre pueda verte

ante los ojos míos,

sin miedo y sobresalto de perderte?


La ilusión persiste, a pesar del peso de la ausencia. Hay una esperanza contra lo irrevocable.

Gabriel Marcel escribió “tú, a quien amo, no morirás jamás”, expresa la misma verdad. Y Antonio Machado, que se le murió Leonor, y sueña con ella, y sentencia...

¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas!...
Vive, esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!

Sí, se puede sobrevivir a la ausencia.

3 comentarios:

  1. Recordarles será honrarles.
    Feliz verano en Cabo de Palos.
    Lluis P.

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  2. ¡Y usted que lo disfrute!

    Un abrazo

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  3. Todo viene de Petrarca:
    Sus ojos que canté amorosamente,
    su cuerpo hermoso que adoré constante,
    y que vivir me hiciera tan distante
    de mí mismo, y huyendo de la gente,
    Su cabellera de oro reluciente,
    la risa de su angélico semblante
    que hizo la tierra al cielo semejante,
    ¡poco polvo son ya que nada siente!
    ¡Y sin embargo vivo todavía!
    A ciegas, sin la lumbre que amé tanto,
    surca mi nave la extensión vacía...
    Aquí termine mi amoroso canto:
    seca la fuente está de mi alegría,
    mi lira yace convertida en llanto.

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