Me preguntan explicación de una entrada de hace unos días...¿cómo se hace para vivir
sólo en el presente y que no nos afecten los problemas pasados y
futuros?.
La verdad es que no lo sé, e imagino
que cada maestrillo tendrá su librillo. El mío lo descubrí por
azar o, mejor, descubrí que hacía años que practicaba el ejercicio
mental de observarme desde lejos, y a distancia, y esa distancia me
permitía revisarme , y juzgar a los demás, como si viese una
película: mi película.
Antes de tener lo que se llama uso de
razón era frecuentísimo que en mi imaginación recreara lo que me
estaba sucediendo. Si iba andando, si cruzaba la calle, si estaba en
clase, si en Misa con mi familia, casi simultáneamente, veía esas
escenas como sentado en una butaca de cine.
Después, incluso ahora, mientras
tecleo esta entrada, lo he seguido haciendo. Es como una segunda
naturaleza. No siempre el guión me ha gustado. He vivido cosas que
me han dado mucha vergüenza revivirlas, otras resultaron
patéticas, bastantes ridículas, aquellas muy divertidas, y las de
allá no sé, ¡misteriosas!.
Verme así, en la distancia, me ayudaba
a entenderme, a no culpabilizarme, pues al final nuestras vidas son
comedia, tragedia, vodevil, enredo ,arrepentimiento, egoísmo,
generosidad...¡qué se yo!. Y no le daba más importancia que la que
tenían en ese momento.
Comenzaban allí, y allí terminaban.
Esa es mi manera de vivir sólo en el
presente.
Hay otros, los conozco, que se
preguntan varias veces al día “¿qué está ocurriendo en mi
interior ahora mismo?”. Se miran desde dentro, que es otra forma de
observarse. Al menos está tan interesado de lo que ocurre en su
interior como en lo que ocurre fuera. Viven en el presente, sólo el
presente, y saben que si en su interior está bien, lo exterior está
en orden.
Es posible que la entrada te parezca
una gilipollez, si es así, olvídala. Serán cosas mías.
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