Viví años con un psiquiatra. Un día,
sin venir a cuento, me comentó que yo tenía una forma de ser que me
libraba de la neurosis y, probablemente, de la locura.
“Todo lo verbalizas. No ocultas
ningún sentimiento bueno o malo que puedas tener. Te comes las
uñas, te despellejas los dedos, fumas como un carretero, ríes con
ganas. Hablas con pasión...echas todo al exterior, tiras
constantemente por la borda peso muerto. Y eso te salva de la
locura. Si no lo hicieras, estarías para atar”.
Me quedé con la copla. Conocerme ha
sido una obsesión. Desde adolescente, cuando pillé un libro
titulado “Caracteología de la infancia y de la adolescencia”
subrayado por mi padre, y con notas suyas manuscritas donde con
frecuencia escribía “Suso”.
La verdad es que el Suso que el tío
subrayaba entonces a mi no me gustaba nada. Hoy me reconozco en esas
notas. El tratado era un tocho de La Senne y Le Gal. Lo empollé de
arriba abajo.
Esto de “echar lastre”, o esas “
maniobras de descompresión” que se dan el buceo, es lo que hago
con este blog, o cuando escribí “la recomposición de la
crisma”...me sienta bien.
La Piedra no es así. Y esto e lo que
estoy aprendiendo estos días: somos dos. Nos queremos, pero somos
dos. Ella no es como yo, y yo no soy como ella. Eso de que en la
pareja son una sola carne es mentira. Siempre seremos dos: cada una
con su sensibilidad, su manera de vivir la fe, el amor, o lo que
entendemos por vida.
Pero es ella la que sufre. Yo nunca he
vivido, así, pegado tan cerca , con una persona gravemente enferma.
Y en eso estoy...
Sabrás hacerlo muy bien; tienes humildad, alegría y amor. Con ellos sabrás tenderle tu mano y meterte en los charcos que os sorprendan.
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