Me dicen que no piense mucho en estas
cosas, que no hay nada que entender, que Dios tiene su manera de
hacer las cosas. Ha llegado la hora del misterio.
Desde
casa miro el cielo estrellado. Ella está durmiendo. El universo en
que vivimos me parece hoy un espacio vacío, completamente oscuro e
increíblemente frío. Los cuerpos que se mueven en él me resultan
extraños, lejanos, indiferentes. No le veo sentido a nada.
Dicen
que el que ha amado de verdad no teme la muerte. Muchas veces nos
decíamos “¡te quiero a morir!”, “¡me muero si no te
veo”!...a veces hablábamos del amor como si nos fuésemos a
morir...¡palabras!
Me
doy cuenta de mi egoísmo, que es una rabia contenida que rompería
con todo. Aquí , en estos primeros días, la que sufre de verdad
eres tú. Mi papel es, ¡vuelvo al principio!, el del chaval que sube
la montaña con su padre,a dos metros de él...mañana te lo explico
mejor, hoy hemos hecho una etapa, y eso ya es mucho.
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