miércoles, 6 de noviembre de 2013

LAS PREGUNTAS DE SIEMPRE.


Hay cosas que sólo ven los ojos que han llorado mucho.

“Con tres heridas viene: la de la vida, la del amor y la de la muerte”, escribió Miguel Hernández. La vida, el amor, la muerte... van dejando heridas. Pero, cuando está enfermo, parece como si las tres heridas se hubiesen dado cita a la misma hora y en el mismo lugar.

Las preguntas se acumulan en la mente de quien padece sin que haya respuesta : ¿por qué la enfermedad? ¿Cuál es su
origen? ¿Sobrevivirá? ¿Qué será de los míos? ¿Por qué ha de padecerla ella ? ¿Por qué Dios paga así? ¿Por qué no atiende mis peticiones?

¿Por qué guarda silencio ante el sufrimiento de los hombres? ¿No será tanto dolor humano desatendido una prueba palmaria de que Dios no se ocupa de nosotros, y que no nos ama y está desinteresado de nuestra suerte? Y, si Dios no nos ama, ¿existirá?

En las horas de soledad o en las noches de insomnio zumban y ronronean como un molesto moscardón por la cabeza las preguntas de siempre : ¿Existe el cuidado amoroso de Dios si estamos condenados a amasar el pan de la vida con la sal de nuestro sufrimiento y las lágrimas de nuestros ojos?

Imagino antes de dormir que toco la orla imaginada de un Nazareno al que sólo veo los pies, y susurro, “¡cúrala!”

10 comentarios:

  1. Así, sea. Me uno a las oraciones.

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  2. Cuando un niño pequeño le pide algo a su padre y éste no se lo da porque no le conviene a veces el pequeño se pone a patalear y berrear porque no entiende la decisión.
    A mi me sirve intentar verme como un niño pequeño respecto a Dios cuando lo estoy pasando mal y no entiendo nada.

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  3. Tengo para mi que a mi hija de 6 meses le curo el cancer. Le he comentado lo tuyo. Animo.

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  5. Sigue susurrando, Mauricio. Hasta encontrar la palabra perdida...

    Un abrazo muy fuerte.
    (Estamos a tu lado)

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  6. ¡Gracias a todos!

    Pero,conste, que las entradas del Pábilo son "nuestro secreto"

    Escribo aquí con la herida sangrando

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  7. Sólo te(os) acompaño en silencio... no sé qué decir..... y rezar, rezar, lo poco que sé
    Alf.

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  8. Decía C.S. Lewis que "los momentos en los que el alma no encierra más que un puro grito de auxilio deben ser precisamente aquellos en que Dios no puede socorrer. Igual que un hombre a punto de ahogarse al que nadie puede socorrer porque se aferra a quien lo intenta y le aprieta sin dejarle respiro. Es muy probable que nuestros propios gritos reiterados ensordezcan la voz que esperamos oír."
    Tal vez todo sea cuestión de aceptar que Dios no sólo tiene un poder infinito... Sino también una sabiduría infinita, en la que encajan esquemas que no podemos entender nosotros.
    Claro que esto sólo la teoría. En la práctica cuesta. Mucho. Muchísimo. Y te revuelves con toda tu humanidad herida. Cuenta con mis oraciones y un abrazo muy muy fuerte.
    Emma Morley.

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  9. "Nuestro secreto" nos une de manera especial aún en la distancia.
    Abrazos.

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