martes, 26 de noviembre de 2013

SOLOS.


En principio, salvo milagro que espero, te estoy acompañando a partir.

En este camino los procesos se dan de una manera muy personal. Hay quien rechaza toda ayuda, se rebela, se encapsula...otros , poco a poco, aceptan su destino...en fin, cada persona es un mundo: el del que lo padece, y el que lo acompaña.

La gran mayoría de las veces es un proceso que se genera en paz, en calma y en un silencio que debe ser el más sagrado posible.

Hay dos situaciones- sólo dos- que nadie nos enseña en esta vida: nacer y morir.

Todo lo demás nos lo han enseñado. Estás leyendo esta entrada porque alguien te enseñó a leer, has desayunado porque alguien te enseñó a coger una cucharilla y revolver el café con leche...¡todo nos lo han enseñado!

Nadie nos dijo cómo iba a ser nuestra entrada en la vida. No había alguien que nos aconsejó “mira, tienes que hacer esto, o lo otro, dame la mano, se hace así, no tengas miedo, la gente que hay allá fuera es de confianza”...

Y al nacer lo primero que hicimos fue aspirar, y echar unos lloros...

Con la muerte sucede lo mismo. Nadie nos va a decir lo que va a suceder, cómo salir, o entrar, en otra dimensión. Nos acompañan...y lo último que realizaremos será una exhalación: un ciclo maravilloso que se termina y que muy pocas veces logramos entender.

¿Será lo último que hagamos esa expiración?...no creo.

5 comentarios:

  1. A veces la vida se parece a una jornada de submarinismo.
    A pulmón o con botellas de aire comprimido, nos sumergimos en las profundidades de una mar plena de salmonetes saltarines.
    Vemos la luz que atraviesa el mar en una sucesión de reflexiones y refracciones.
    El pálpito vital de una naturaleza bella y salvaje.
    Los fondos coralinos y las morenas agazapadas.
    ...
    Y cuando se nos acaba el tiempo, braceamos con ímpetu hacia la supetficie, abrimos la boca y recibimos un glorioso puñetazo de aire fresco.

    Un gesto tan parecido al llanto de un niño o a la expiración de un adulto, que vida y muerte, luz y oscuridad, frío y calor se mezcan en una espiral eterna, donde nunca se sabe bien si estamos en un principio o en un final.

    O en el final de un principio, o en el principio de un final.

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  2. Hace cuatro días falleció la madre de una persona a quien quiero. Unos días antes hablábamos, precisamente de esto. No, no estamos preparados para morir. Escondemos la imagen, la idea de la muerte. La ocultamos de las conversaciones, como si no mentarla nos eximieran de ella. En la era de la imagen al instante, no retratamos la muerte, ni si quiera, la enfermedad. Será que pensamos que eso nos convertirá en eternos.

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  3. Yo creo que sí se puede enseñar a morir... que se puede ir abriendo camino para que el final de nuestro ciclo lo sintamos como algo natural a la vida que vivimos. Es duro. Pero por ello mismo y porque es ineludible hemos de ir abriendo camino y enseñar esa naturalidad a nuestros hijos. Hablar de ella con cierta naturalidad. Es lo que hay.

    Yo también pienso que es final de un ciclo y principio de la Verdad.
    Es adentrarse en el Misterio que lo explica Todo.

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  4. Cierto. Hay una gran carencia en nuestra formación. Bombardeados por información inútil, nos falta lo básico para afrontar una vida digna y la inevitable muerte. Y no se plantea ni en familias ni en colegios. No estamos cerca de la enfermedad hasta que una nos lleva aun hospital y vemos lo que hay.

    Reconozco que tambien es mi asignatura pendiente

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  5. Por si te sirve.

    http://www.doctorcasado.es/2012/06/como-puedo-aprender-bien-morir.html

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