martes, 25 de febrero de 2014

EL PABILO.

Antes de actualizar la entrada me didrijo al Santo Cuore de Giesù, una iglesia de los salesianos cercana al hotel.

No hay nadie. La primera Misa es a las 6. 30 h...

Estos dias  hemos visitado muchas iglesias, y casi nadie reza. Es un bullir de anònimos que van de aquì para allà como troncos arrastrados por la corriente que les lleva a impulsos de no se sabe quièn.

Hay una vela encendida en este Cuorre de Giesù. Esa sì que reza.

Allì està, sola. Probablemente lleve toda la noche dando luz, consumièndose, perdiendo toda su sangre, que tiene el color de la cera. Pronto esa mecha se extinguirà hasta el final, dàndolo todo, cuando el pàbilo bocanee y un hilo de humo exhale ese  perfume de las cosas que se apagan

Pero habrà dado  todo por una intenciòn que alguien dejò encendida.

- Vete- le dice la candela- yo me encargo.

Ese cirio no se reservò nada para èl, ha dado todo lo que es, y ese don pasa a ser luz, fuego, calor.

Enciendo una vela. Todos somos velas, algunos  cirios, pocos antorchas.

Todos nos estamos  consumiendo...o no.

2 comentarios:

  1. Eres grande.

    Velas, todos somos velas ante Él, en nuestras vidas; y claro que nos consumimos, pero de formas tan diferentes.......

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  2. Tienes razón, Suso. me has dejado pensativa...

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