miércoles, 6 de agosto de 2014

DIAMANTES BRUTOS

Los cristales emocionan cuando se entiende que ese brillo provoca un sentimiento sagrado.Por esa razón las  piedras preciosas no tienen edad. Vienen de un pasado de miles de años, y así seguirán dentro de mil años. La gema ha estado oculta durante milenios a nuestros ojos, petrificada, informe, mineral.

Alguien la encuentra, la corta y la pule, y lo que era una rugosidad muerta, amorfa y anónima, se descubre de una belleza , no se ha encontrado otra palabra mejor, “preciosa”. Decir “piedra” , y a continuación “preciosa” parece un dislate y, sin embargo, hay piedras de una belleza exquisita. Lo será por su color, por algún reflejo óptico inusual,por su rareza, o por la forma del cristal tallado.

Se ha usado mucho la metáfora aplicada a las personas vistas como “un diamante en bruto”.
Yo creo que mucha gente es un diamante sin pulir o, si se prefiere, una piedra sin encontrar, o un mineral solidificado en las entrañas de lo oscuro. Todo está en quién te encuentre.

¿Quién te encontró?

La belleza de las gemas no está sólo en el color, o en su brillo, lo mismo que la belleza de las personas no se define sólo por sus medidas físicas, sus ojos, o su tipo. Si no,¡estaríamos buenos!

En las piedras preciosas se mide también la belleza incolora,como el diamante, o sus impurezas, también por el  brillo, de nácar, o como el jade, céreo. Las hay trasparentes, y opacas, algunas tienen efectos ópticos maravillosos de iridiscencia, o las que llaman “ojos de gato”, que tienen inclusiones en una dirección.

La dureza también es un valor, lo mismo que la fragilidad, o la resistencia a los agentes externos.

Para Valle Inclán la luz de los cristales tiene algo de oración. Un cristal habla de milenios de silencio, de imperturbabilidad, de quietud, que son aspiraciones del alma que reza. Ese cristal estuvo cerca de Dios, cuando andaba creando la Tierra.


Nunca  entendí que para  representar a Dios, ni para adornar personas consagradas, ni para excusar la vanidad de los templos,se vistan de oro y diamantes.

Porque no, porque Él las despreciaba, y porque es la misma codicia, disfrazada de  generosidad.

Hoy amaneció  así:otra  forma de  vestirse  de oro  y muy  barata.





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