jueves, 14 de agosto de 2014

TU NOMBRE.

Manuela se pasa  muchas horas  del día  postrada  y recogida sobre sí misma.

No está bien.

Me gustaría saber qué pasa por esa cabecica. Aunque lo  supiera no creo pudiera hacer nada: ¡es tan personal el dolor!

Romano Guardini en su libro "El fin de la modernidad" recurre a una escena de Kim, de Ruyard Kipling, en la que «Kim se sienta junto a una pared y se dice a sí mismo: " Yo, Kim; yo, Kim ". Se da cuenta de que cada vez llega más hondo y quiere arribar en ese punto donde nombre y ser se identifican. Sin embargo, inmediatamente lo deja; y lo deja tantas veces cuantas lo intenta. Pero un viejo brahmán está junto a él y asiente con tristeza: " Lo sé; sé que no se logra" . El verdadero nombre es una meta que nunca se logrará».

Manu, quizás, y de modo inconsciente, está en esa fase.

No sé en qué isla de Oceanía sólo se nombra a una persona cuando se muere. Cuando nace le llaman, provisionalmente con nombres genéricos...sólo al morir sabremos cuál ha sido nuestra condición moral en esta vida. Hay que esperar al desarrollo de nuestra vida para que puedan identificarnos.

Esto choca con nuestra mentalidad consumista , de búsqueda del placer y el bienestar inmediato: sólo existen momentos placenteros sin antes ni después. De esa forma  la vida es una suma de trocitos, imposible realizarla de modo perfecto y completo.

¿Cómo me nombrarán al final de mis días?

De Manu sé ya su nombre.

Un proverbio griego afirma "a nadie hay que alabar como feliz antes de su muerte".

Hoy amaneció  gris acerado, de aire enloquecido, con un mar picado, y un viento purificador.


3 comentarios:

  1. Mi abuelo estaba muy enfermo, y me mandaba cada día a la orilla del mar para que le llenara una botella con agua salada.
    De todos sus hijos y nietos, yo era el único que le traía agua del mar, el elegido.
    Sólo me ponía tres condiciones: que la botella estuviese bien limpia, que me metiera en el mar hasta la altura del pecho y llenara la botella de golpe, y que no se lo contara a la familia.
    Cumplí los tres requisitos durante tres meses. Cada día.

    Mi abuelo se lavaba los ojos con ese agua, sin que nadie le viese.
    Necesitaba un rito, una ceremonia, su propia liturgia.

    Y ahora que soy adulto, me doy cuenta que cada uno necesita crear sus propios ritos, sus gestos personales en situaciones complicadas.

    Y que uno de los grandes favores que se le puede hacer a un ser humano, es ayudarle en esos pequeños gestos, y no hacer preguntas.

    Eso me enseñó mi abuelo, un verano que estuvo muy enfermo.

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  2. Hola Suso, me han llegado no hace mucho noticias vuestras, duras noticias, y sólo quiero enviaros un sentido y sincero abrazo. Hubiera querido enviarte un correo privado pero no sabiendo cómo te escribo aqui. Acaba de caer en mis manos un libro acerca de la experiencia dura de una mujer de Singapur, y me aventuro a dartelo a conocer por si te srive,os sirve en este momento. Si te parece absurdo, con no hacer caso, vale. Se trata de Anita Moorjani y el título es "Morir para ser yo". Un fuerte abrazo y hasta cuando quieras.

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