jueves, 5 de diciembre de 2013

LA TORMENTA




Es sobrecogedor este cuadro de Rembrandt, “Tormenta en el Mar de Galilea”.

Muestra cómo las olas y el viento zarandean la barca en la que viajan Jesús y sus discípulos.

El maestro de la luz divide la escena en dos ambientes. La mitad de los discípulos se entregan denodadamente en la proa, iluminada por el reflejo de la luna sobre el mar, a la tarea de tensar las jarcias y otros aparejos para dominar las velas y hacerse con el control de la embarcación.

La otra mitad rodea a Jesús en la penumbra de la popa, ora instándole a actuar, ora aguardando pasivamente su decisión de imponer o no la calma sobre la naturaleza desbocada.

Para algunos ahí está la frontera entre los tiempos antiguos en los que los griegos se arrodillaban ante los vientos invocando la misericordia de los dioses y la edad moderna en la que el hombre ha dejado de estar «pasivo ante la naturaleza» y ha pasado a gestionar el riesgo inherente al propio concepto de civilización y progreso.

Pero Rembrandt cuando pinta guarda muchos secretos. El cuadro no sólo refleja esa divergencia entre quienes tratan de dominar la tormenta y quienes se dejan llevar por ella, sino también los distintos grados de respuesta emocional ante la sensación de peligro, pues en ambos grupos hay quienes tienen la angustia pintada en el rostro y quienes afrontan el desenlace con serenidad imperturbable.

Jesús está sereno, junto a Él unos esperan su Palabra, y otros, acojonados, luchan.

Luchamos Manuela y yo enfrentándonos a la galerna desatada...y Jesús, que haga lo que quiera.

3 comentarios:

  1. Serenidad, angustia... imagino que se pasa por muchas fases. Lo importante será no perder el norte y seguir luchando.

    Tengo una amiga con fibromialgia y fatiga crónica. Esto se lo envío tal cual (ya le recomendé tus blogs, quizás Elena nos esté leyendo)

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  2. El otro día vimos en casa una película en la que este cuadro tiene cierto simbolismo. Es una especie de Thriller de Danny Boyle llamado Trance, creo.
    Otra película que recomiendo vivamente es la última de Geoffrey Rush, La mejor oferta.

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  3. Los personajes humanos del cuadro se dividen entre los activos que luchan a degüello, y los pasivos que dejan que las cosas ocurran.
    Pero ambos grupos tienen algo en común, su humanidad y una determinada actitud ante la tormenta.
    Sólo hay un personaje que transmite cierta paz, un aire de quietud, un aura de bienestar indiferente a las dificultades del momento. Jesús.
    ...
    Va a su bola, como si la tormenta, el destino, las dificultades, el posible naufragio y la estabilidad de la arboladura, fueran conceptos relativos.
    Tal vez sea una metáfora, una postura filosófica, una cosmología humanista o simplemente una señal.

    Pero es el único a quien la tormenta, no le atormenta.

    Da para pensar, para sentir o para no sentirse solo.
    O para las tres cosas.

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