viernes, 6 de septiembre de 2013

AYUDA.

No estoy acostumbrado a pedir ayuda. Me cuesta mucho. Hay un poso del pasado, un algo de orgullo paleto, que se resiste a esa sinceridad.

También tiene que ver  con esa idea  sembrada de “mejor que yo, ¿quién me va a conocer?”. Como que ya sé yo lo que necesito.

Además, no me fío de nadie. Soy gato escaldado por experiencias viejas.

Pero sí, necesito  consejo para saber acompañarte.

Lo ideal, pienso, sería solicitar ayuda a alguien que me merezca confianza, que esté dispuesto a escucharme... sin juzgarme. Esta es la clave: sin que me sienta juzgado. Alguien que me permita expresar todo lo que pienso, todo lo que siento (mis temores, mis fantasías, lo que creo que son mis límites) sin sentirme amenazado por su reacción, por su rechazo, por su burla...

Tengo  miedo, otra vez, a que alguien me juzgue y me diga “esto no está bien, esto sí, cuidado donde te metes...”. De la biografía que Weigel escribió sobre Juan Pablo II  lo que más me llamó la atención fue que ese hombre ponía en la dirección espiritual frente  a los  problemas que le planteaban la responsabilidad personal de cada cual. No aconsejaba, no juzgaba. Dejaba obrar la gracia en el tiempo de cada uno.

Necesito ayuda.

Marcel Proust dijo en cierta ocasión: «Nada ha cambiado, sólo yo he cambiado; por lo tanto, todo ha cambiado»

12 comentarios:

  1. Suso, estás solo, nadie te puede ayudar. Pienso que en los momentos de la verdad todos estamos solos y ese es el drama del hombre y lo que a la vez le hace grande: no somos manada, tomamos decisiones propias y sólo nosotros somos responsables de ellas. Estás solo, pero con lo que hayas sembrado hasta este momento, lo que hayas sembrado en tu interior y a tu alrededor. Es el momento de la cosecha, esa será tu compañía: la fuerza interior que tengas para afrontar este momento y la compañía de algunos que, aunque no te sacarán de tu soledad, te la pueden hacer más liviana y te pueden ayudar a entender que esta vida puede seguir teniendo sentido. Es ahora, en estos momentos, en los que tienes que ser coherente con lo que has sido y con lo que crees que debes ser y, eso, es importante para Manuela y para los demás pero, sobre todo para ti.

    La primera vez que comenté, quise recomendarte quizá mi libro preferido que seguro que has leído: Una pena en observación. No lo hice por que me parecía meter la pata en ese momento. En ese libro se refleja la soledad e impotencia de una persona a la que tengo gran respeto y cómo se enfrenta a momentos parecidos. No me parece un libro triste, me parece real. Encontrarás ideas.

    Lo que te digo, no quiere ser un consejo pesimista sino todo lo contrario: estamos solos, es así, ahí está nuestra prueba y es el momento de recoger lo que hemos sembrado.

    Un abrazo

    ps. y sigue recordando que los médicos no tienen ni p.i. En uno de tus comentarios creí leer algo en este sentido... nunca pierdas la esperanza.

    ResponderEliminar
  2. Yo sabría escucharte.
    No te juzgaría ni de coña.

    Te puedo asegurar fidelidad y discreción.

    Pero te tendrás que pensar si uno que no tiene ni puñetera idea, pueda ayudar a otro que la necesita.

    Igual esa es la clave de que alguien te pueda ayudar.
    Pensar si necesitas a alguien de gran caché espiritual.
    O probar a ver si un mindungui es capaz.

    Es tu decisión.
    Sabes donde estoy.

    ResponderEliminar
  3. Pero piensa, que lo bueno del mindungui, es que está más cerca de la vida real que el del caché espiritual.
    Ésa es mi baza, si te vale, claro.
    ...
    No estás solo.
    Capullo.

    ResponderEliminar
  4. Y no tienes ni puta idea de conducir.

    ResponderEliminar
  5. Si me has entendido bien lo que he dicho no es incompatible con lo que dice Driver... pero como no escribo tan bien como vosotros lo aclaro. Esa es parte de la cosecha... y tampoco tienes que dejarnos solos. También me gustaría ayudarte en lo que pueda (que será poco)y no dejarte solo y por eso escribo cuando nunca antes lo había hecho ni lo hago en ningún otro sitio.

    Lo de conducir sin conocerte lo imagino: cantando, fumando (no sé si fumas pero te pega), hablando por el móvil, mirando a todas las que pasan, pásmandote con el paisaje, escribiendo mensajes, anotando citas con clientes... en fin un desastre y haciendo cientos de kilómetros. ¿acierto algo?

    ResponderEliminar
  6. A ver cómo lo enfoco.
    ...
    Una parábola ?
    Vale.
    ...
    El quince de octubre de 1.859, la nave Estrellatur tocó fondo en la Bahía de los Pingüinos en plena Antártida.
    Con el timón partido y con los viveres contados, aquello pintaba francamente complicado.

    Los marineros estaban acojonados, el capitán no sabía ni qué decir, y cuando hablaba lo complicaba todo más.

    Bien, -dijo el timonel- ; podía ser peor. Podía nevar.

    E inmediatamente cayó una nevada de seis huevos (tres pares de cojones).
    ...

    El cocinero era un mindungui, que no tenía ganas de comer pinguino durante el resto de su vida.
    Así que buscó ayuda.
    Miró a su alrededor y solo vio pingüinos.
    ...
    Entonces organizó un partido de fútbol en la nieve.
    Así, sin más.
    ...
    Los hombres no estaban preparados para jugar al fútbol sobre la nieva, y se caían.
    La primera pelota se fue al garrete, y se perdió entre las rocas.
    A la segunda le ataron una piedra, y botaba de pena.
    Algunos de los hombres empezaron a gritar: "¡Qué cojones estamos haciendo jugando al fútbol ahora !".

    Y entonces, el mindungui del cocinero que estaba persiguiendo a un grupo de pingüinos, gritó:

    "Esta situación es una mierda.
    Pero estamos vivos.
    Y no tenemos miedo."
    ...
    Y entre todos, hicieron lo que tenían que hacer en ese momento.

    Estar juntos.
    Comiendo carne de puto pingüino.

    ResponderEliminar
  7. Se te ha entendido muy bien, Caspio, gracias, de verdad

    ResponderEliminar
  8. Que me aspen si has entendido la parábola del pingüino !

    ResponderEliminar
  9. Un cariñoso y enorme abrazo, Suso. Por aquí seguimos.

    ResponderEliminar
  10. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  11. "Tierras de Penumbra" es la versión cinematográfica del libro Una pena en observación, del autor británico Clive Staples Lewis. A partir de este librito, Richard Attenborough reconstruye la película protagonizada por Anthony Hopkins y Debra Winger. Es una obra magistral, aborda la etapa de duelo que el autor vive tras la pérdida de su esposa. Se trata de un intenso y emotivo libro que se constituye como un valiente enfrentamiento con lo más íntimo y recóndito de nuestros sentimientos, de nuestro yo cuando mira frente a frente a la tragedia, al vacío, a la desdicha, al dolor. Y de manera profunda va desvelando la fuerza redentora que todo amor nos deja tras su pérdida.

    Mauricio, tú tienes un amor que la enfermerdad no va a vencer jamás. Reconduce tu rabia, y vive sólo en presente. Sonríe. Sé cercano. LLora. Sé humano. Vive. Reinventa la vida en cada una de sus limitaciones. Tú puedes.

    Un abrazo enorme.

    ResponderEliminar