jueves, 19 de septiembre de 2013

CUANDO ESCRIBO


Pessoa escribió “alguna vez me consuelo a escondidas y tengo mi infinito”.

Sí, vivo a veces ese consuelo, y sé de qué habla cuando se refiere a “mi infinito”. Sólo con la poesía se puede medio explicar este dolor, que no es mío, pero que me envuelve como una niebla.

El dolor, como todo lo que es extraordinario, prescinde de cualquier regularidad, suprime o modifica las costumbres, los modos de vivir la vida; corta anhelos, humedece la casa con aromas desconocidos y enciende los imsomnios de la noche.

Cualquier dolor está ligado a los sentidos: dolor ciego, dolor mudo, dolor sordo, invisible, que quema, arde o es vibrante. El dolor que es capaz de generar efectos insospechados que van desde la curiosidad hasta la autodestrucción,sobre todo, cuando logra quebrar un cuerpo o el entusiasmo por la vida y deja las raíces vulnerables y expuestas a la inclemencia.

Virginia Woolf también dijo alguna vez: nada es real si no lo escribo.¡Qué bien la entiendo!

Dolor , quiero nombrarte y hablar contigo sobre nosotros.  El único momento en que no me duele nada es cuando escribo. Esa es la razón de este blog.

Necesito compartir...es tiempo de aceptar la compañía de familiares y  amigos, la oración compartida, la música, los libros, las cartas, las preguntas, los viajes, los recuerdos; la risa y el llanto; la vigilia antes de los registros de la medicación, las miradas con Manuela, los silencios, el ruido de la calle, la risa de los niños vecinos de nuestra casa, saborear los colores, las texturas y los sabores que la memoria conserva ; el conocimiento sobre la enfermedad que se padece, sospechar que eres una cobaya, cumplir con la necesidad de participar de la vida , creer y confiar en los demás, vivirse y luchar con los otros y entre los otros estar ...

Y pedir el milagro, que vendrá, aunque no sabemos en qué forma.

3 comentarios:

  1. Profundo cavas, y llegas muy dentro.Buena entrada.

    ResponderEliminar
  2. Rezo de forma desordenada.
    Pero rezo.

    ResponderEliminar
  3. Ningún sufrimiento nos es indiferente; nos trasciende, supera nuestra inmovilidad. Todo sufrimiento es en sí mismo una oración.

    Te acompañamos desde nuestro silencio.

    ResponderEliminar