miércoles, 4 de septiembre de 2013

DEDICATORIA EN "UN CORAZÓN LLENO DE ESTRELLAS"..

No quisiera acabar esta introducción sin mencionar algo importante, algo que me llamó poderosamente la atención mientras estaba en la UCI, un día que nuestra hija había tenido una crisis cardiaca tras tres días después de nacer.

Un médico entró en la sala y se acercó a un bebé, quizá el ser más delicado de todos los que había allí. Recuerdo que era un niño prematuro, muy pequeñito, extraordinariamente frágil. Estaba dentro de una incubadora e infinidad de catéteres y cables llegaban y partían de su cuerpo. El médico siguió todo el protocolo de supervisión de las máquinas que lo asistían para asegurarse de que todo iba bien.

Cuando acabó, se arremangó y se sentó en una silla al lado de la incubadora. Introdujo los brazos con suma delicadeza y comenzó a acariciar la sien de bebé mientras entonaba una nana, una canción de cuna son su suma ternura…

Pocas veces he creído tanto en el ser humano como entonces.

Ese gesto de afecto ante la vida que lucha por salir adelante. Esa canción tierna cantada por un hombre mayor. Aquel médico de gran prestigio con el pelo cano que se olvidó de su rol de «doctor» para ser profundamente humano y dar amor. Todo eso era la mejor medicina para aquel pequeño ser y me conmovió como pocas cosas lo han hecho en esta vida.

También a él, cuyo nombre ignoro, y al testimonio de humanidad, ternura y cariño que manifestó con ese gesto, va dedicado este libro.

(DEDICATORIA DEL LIBRO "UN CORAZÓN LLENO DE ESTRELLAS, DE ALEX ROVIRA.

2 comentarios:

  1. ¡Es una anécdota maravillosa!

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  2. Este tipo de anécdotas son las que Manuela llama entusiasmada "medicina del alma", de la que ella y su comunidad son fieles practicantes.Tienen anécdotas muy buenas.

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