domingo, 27 de octubre de 2013

DISTINTOS.




Hubo un momento al principio de nuestra relación que casi casi nos vamos a vivir a Vigo.
Manuela decía que no le importaba. Vimos varias casas, alguna pegada al mar en un pueblo en frente a las islas Cíes. Parecía un lugar maravilloso...
Maravilloso en verano...pero imaginaba a Manu en los otoños e inviernos gallegos, húmedos, brumosos, largos. Y yo dando vueltas por allí...La verdad es que, no sé por qué, nos quedamos en Valladolid, cerca de los suyos, de su gente de toda la vida, de su paisaje.
A mi, la verdad, cambiar me da igual. ¡He vivido en tantos lugares que no siento raíces de nada!. Ni siquiera de eso que llaman “familia de sangre”, que tantas incomprensiones y malos rollos producen en algunas parejas.
Para mi la familia de sangre no es algo doméstico. Sólo para las muy grandes ocasiones. Pero muy grandes. Por ejemplo, Navidad no es una de esas grandes ocasiones.
Los sentimientos se basan en una interpretación de la realidad. Por eso no todos sentimos lo mismo ante los mismos sucesos. Un cambio de trabajo produce angustia a ciertas personas y euforia a otras. A mi me chifla. A Manuela le hace sufrir.
Manuela tiene unos hábitos en el corazón muy arraigados: su pueblo, su gente, su trabajo, sus amigas, su familia. Está apegada profunda y afectivamente a una situación: no quieren cambiar de casa, de trabajo, de ambiente, porque se siente incapaz de prescindir de ellos, son su defensa. Fuera de esa atmósfera y de esa luz se mustiaría.
Creo que ese ser tan distintos , y con tan pocos intereses comunes, en nuestro caso ha sido importante para no llevar el barco a las piedras.

1 comentario:

  1. Creo que os compensáis perfectamente. Y es la guinda de un amor tan bonito.

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