martes, 15 de octubre de 2013

NIÑOS CON MIEDO.


Hemos tenido una noticia que nos ha dejado fuera de combate. Un buen amigo de Manu se ha quitado de en medio. No lo estaba pasando bien. Parece que estaba en un callejón sin salida, y decidió , llevado de una angustia atroz, irse de este mundo.

No lo juzgo. Son situaciones durísimas.

A toro pasado todos sabríamos qué hacer antes de dar un paso así. Pero en su estado, probablemente enfermizo, nada resulta fácil.

Mucha gente no se observa habitualmente. Nos miramos más como actores que como espectadores que viven en sus carnes esos momentos. Deberíamos ,en lugar de centrarnos en lo que estamos sintiendo, encaminar nuestros esfuerzos a describir cómo están actuando los demás, qué indicadores nos ofrecen, cómo se muestran, cómo parecen reaccionar, cómo esperan que reaccionemos nosotros… Sin duda, este cambio de «papel» nos ayudará enormemente en la respuesta adecuada a la situación.

Nunca nada está perdido.

Este amigo estaba muy solo, y sintió que le caía la mundial encima en forma de deshaucios, de embargos, de deudas sin pagar, de líos que le dejaban en muy mal lugar. Estaba en la ruina, él, que lo había tenido todo.

En su ceguera depresiva no supo salir del guión de su propia película y mirarse desde fuera.

Es verdad que su vida se encontraba en un cruce de caminos en muchísimos aspectos, también en el familiar. A nada que en ese estado hiciese un poco de examen su situación era un desastre. Hasta los amigos de siempre le habían abandonado.

Sin embargo, sí había salida. ¿Humillante?, sí. ¿ dura?, también. ¿vergonzante?, sin duda...¿y?...la vida desde cero , a pesar de todos nuestros errores, equivocaciones y mentiras, puede ser la mejor oportunidad.

Ayer lo explicaba mucho mejor en el Barullo el amigo Luxindex...Al final todos somos niños con miedo. Nuestro amigo también.

Cuando los niños pasan pavores nocturnos...hay una buena terapia (que me perdonen los especialistas). Ya de día, pasado de sobra el susto que tanto les paralizó, se les convoca y, poniendo una cara mucho, muchísimo, más seria que la que ellos traigan, se les pide que expliquen lo que vivieron o sintieron. Y se le atiende sin prisas. Incluso se les repregunta para que vuelvan sobre sus pasos. Y se les vuelve a atender...

Llegado ese punto se comienza a bromear, pero con disimulo y tacto. Se les dice, por ejemplo: «¿Era el monstruo (o lo que fuera) así?». Y uno pone la cara más ridícula que pueda, pero muy serio siempre. ¿Ah, no? ¿No era así? ¿Cómo era entonces; podrías intentarlo tú?... Y el niño en primera instancia se concentra para intentarlo pero antes de lanzarse, piensa lo que piensa, y empieza a verse desde fuera. Empieza a ver lo ridículo del asunto… Al final se acaba entre risas”.

Rezo por él. No merecía ese final. Nadie lo merece.

1 comentario:

  1. Creo que son personas que tienen un gran sufrimiento y que, ciertamente, no son capaces de encontrar una salida. DEP.

    ResponderEliminar