martes, 29 de octubre de 2013

LA SUERTE DE CONOCERNOS.


Ni Manu ni yo tenemos apego por nada material. Nos conformamos con poco. Es más, nuestras expectativas profesionales siempre han sido muy normalitas. No tenemos ambiciones de eso que llaman “promocionarse en la empresa”. No ansiamos mejor coche, mejor casa, veraneos de ensueño, o pisar moqueta.

Y si alguna vez ella ha visto en mi alguna preocupación en ese sentido me ha hecho poner los pies en la tierra con un sentido común aplastante. En eso somos muy parecidos.

Trabajo con gente que se lía mucho la vida. Son gente acostumbrada a hablar en términos de “máster” más o menos baratos: oportunidad, feed back, objetivos, metas, relacional, investigación, análisis, estrategia, cuenta de resultados, cuenta de explotación... una jerga que forma parte del día a día.Son habilidades integradas del curre.

Algunos se excitan con esas cosas.

Lo que llama la atención es que estos mismos términos no son utilizados para definir su propia vida personal y familiar.

La mayoría de esta gente son inteligentes, muy trabajadores y grandes gestores de recursos, pero para gestionar su propia vida son un caos. Con Manuela lo hablamos con frecuencia porque, además, no tienen un salario que compense tanta dedicación, tanto agobio, tanto desvivirse, y tanto ir de aquí para allá.

¿Ganan mucho?. Es posible, pero a qué precio, si apenas lo disfrutan. Lo único que tienen es un puesto de trabajo bien remunerado, pero para qué.

Les gustaría escribir, pero no tienen tiempo. Leer más, pero no les da la vida. Les chifla pintar, pero nunca es el día. Cocinar para los amigos, pero están baldados. Cuidar el jardín, pero no encuentro el momento. Cantar en una coral, pero ensayan los viernes. Hacer puzles de 20.000 piezas, pero no hay manera de hacer un hueco...

Estos días nos damos cuenta la suerte que hemos tenido conociéndonos. ¡Si llego a casarme con la que pensaban todos hace doce años!

1 comentario:

  1. el proyecto de vida, qué importante es.....

    Con los años se ve a una pareja que comparte cuando pueden pasar un domingo de invierno en casa juntos, y disfrutar. Porque los hay que si no "tienen", no disfrutan. Y si no "son", tampoco.

    ¡¡si llego yo tambien a casarme con el que todos querían hace 24 años!! jajajaja qué desastre

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