sábado, 8 de marzo de 2014

DESDE OTRAS FACETAS.


Preparar un esquema que nos permita enfrentarnos a nuevas realidades que no vemos por nuestra atolondramiento.

Para mi, durante años, los esquemas ideológicos eran más importantes que los valores que esconden muchas personas que no piensan como yo. Eso me hizo mucho daño. Para mi un divorciado no podía ser buena gente, un chico que se masturbaba era un enfermo, un profesor que no practicaba no podía ser de verdad un hombre coherente...todo lo veía sólo y exclusivamente desde esa perspectiva porque me habían formado para tener esa mirada, tan exclusiva.

Gracias a Manuela, que  esas miradas le sacaban de quicio,aprendí a observar las personas desde otras facetas.

Así, me encontré con uno que hace años me hubiese engañado fácilmente porque pensábamos igual: era uno de los nuestros. Hoy no.

Por quedar bien contigo era capaz de llevarte hasta el precipicio. No sabía decir que no. Una vez en el abismo, cuando ya no le quedaba más remedio que decir la verdad que te había ocultado  tanto tiempo, desaparecía...y,como el Coyote, te veías suspendido en el viento imperio, mirabas a cámara, ponías cara de desdichado...¡y al barranco!

Uno aprende a base de esas cosas. Con éste tuvieron que pasar tres veces para que lo mandara a freir espárragos.  

Si queremos ver más cosas de las que buscamos hay que hacerse de vez en cuando unas cuántas preguntas (en la soledad del w.c, hasta que se te duermen las piernas, en el coche, mientras apagas la radio y te pones a pensar en tus cosas, en un paseo diario de vuelta a casa del trabajo, mientras paseas al perro, en lugar de ligar en la plaza con las vecinitas que, oh casualidad, todas están pasablemente buenas, dejando orilladas las ancianas y los abuelos...).

¿Qué importancia tiene tal cosa en mi vida?. ¿En qué estoy en Babia en mis relaciones con mi familia, con mis hijos, con mis compañeros, con mi jefe?. ¿ Dónde puedo poner mi atención en alguna cosa que se me pasa por alto? ¿ Me fijo en los rostros de quiénes me rodean?, ¿ se leer esos rostros que como un libro abierto me hablan de su estado interior?,¿ soy consciente de cambios que todos los días se dan a un palmo de nuestras narices y que se nos escapan por alto?.

¿Qué criterios tienes como propios?, ¿hacia dónde vas?, ¿sabes dónde te diriges?.

1 comentario:

  1. Sin ser una persona envidiosa, he caido junto al Coyote por el barranco del deseo.
    Ciertas personas han tenido el don del analisis y la sintesis, tan desarrollado y agil, que tras tratar de emularlos sin exito, les he envidiado con profundidad abismal.
    Esos ingenieros cultos y con la azotea amueblada, que te decian cosa como : mira, en la situacion que estas y con el caracter que tienes, tu nivel de endeudamiento no deberia sobrepasar el 20 por ciento, para que la relacion satisfaccion / tiempo empleado, sea optima.
    Y tu te quedabas con careto de Coyote, montado en un cohete marca Acme, a punto de ser impulsado hacia las rocas del acantilado.
    Osea, que lo tuyo era un master en " ¿me lo repite, profe?".
    ...
    Con el tiempo, la envidia madura, y cambia el objeto de tu deseo.
    Ya no envidias al ingeniero que analiza igual un nivel de endeudamiento, las posibilidades de reconducir tu carrera laboral o la eficacia en el empleo de tu tiempo y tus energias.
    Te has fijado que la mujer del ingeniero no sonrie, que sus hijos se comportan como idiotas y que la capacidad de liderazgo en el entorno que maneja, solo depende de la cantidad de ingresos y relaciones de interes que es capaz de crear.
    Entonces, manda al carajo al ingeniero, dejas de envidiarle y te buscas la vida como puedes.
    Porque has sido capaz de hacer sonreir a su mujer, serias capaz de seducirla pero pasas, serias capaz de hacer que aprobaran las matematicas sus hijos, pero pasas tambien.
    Y entonces te das cuenta que lo que realmente merece la pena, son otro tipo de personas, otros tipos de situaciones y una diferente gama de retos.

    Justo ese dia, dejas de tener envidia.
    Y eres capaz de volver a escuchar a un amigo, tomando un cafe y dejando que la tarde pase sin mirar el reloj.
    Mientras que a tu lado, dos enanos juegan a ser el Coyote y el Correcaminos.
    Y se te contagia su risa inocente.
    Carente de toda maldad.

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