lunes, 17 de marzo de 2014

UN DOMINGO CUALQUIERA.


El sábado estuve en el Monasterio de la Santa Espina de andarín, y pensé en invitar el domingo a Manu. 

La Santa Espina está muy cerca de Valladolid, y merece la pena darse un volteo.

Fue una mañana fresca, ventosa y limpia. El aire ponía sobre las cosas un resplandor de una luminosidad que hería los ojos, y parece que la primavera tiene ganas de comenzar la fiesta. 

Nos dimos una vuelta por el Monasterio...nada cultural...

 



Desde allí fuimos hasta el embalse del Río Bajoz.


Es un pequeño lago, que hoy tiene un color verdoso, con reflejos de luz rutilantes , provocados por la brisa que acaricia vagamente la superficie, rizándola picudamente.

Hay unas pocas ánades que nadan despreocupadas , y que batean las alas con fuerza para despegar al ser sorprendidas, mientras parpan cabreadas como viejas cascarrabias.


Estamos un buen rato en silencio en la orilla. Es una finura descubrir nuevos sonidos a este paisaje, sencillo, lejano, claustral.

Una senda rodea toda la laguna. Fumo un cigarrillo en la orilla, caladas lentas, pastosas y de aromas mañaneros. Lanzo una piedra al agua , que cae como si un pez saltara acechando una pieza y salpica en su caída.

Luego, se forman círculos de agua cada vez más amplios, en todos los sentidos...finalmente, la calma de nuevo. Pero no el mismo silencio de antes.

Así es nuestra enfermedad...primero el susto de una piedra que cae en el alma, al peso, salpicando la vida...después, la lenta y expansiva aceptación de sus consecuencias...por último, la serenidad, la paz: pero ya no será el mismo silencio de antes. Ya no habrá silencio.

Terminamos tomando un vino al sol. Le pedimos a una familia, de aspecto sospechosamente familiar para mi , y se lo hago saber a Manu – un Range, cuatro hijos perfectamente conjuntados , dos niñas, dos niños, no les falta un detalle...hasta los papis iban a juego, todo muy campero- si podían hacernos una foto. La niña se prestó...sólo que puso el dedo donde no debía...

Le pregunto dónde estudia...”en Montealto”, contesta.

  • ¿Qué te dije?- le guiño a Manuela.
Le iba a preguntar a la madre por la profesora de la entrada de “Ensalada de pepino en el colegio femenino” (un bestseller con casi 700 visitas) , pero me abstuve: hice en su día voto de silencio, y ya he dicho demasiado.

¡Un domingo cualquiera!

 

4 comentarios:

  1. Me ha encantado el lugar que desconocía a pesar de tenerlo cerca. Me conmueve ese proceso de aceptación, la serenidad, la paz, y esos ratos de silencio, aunque después no haya silencios...
    En cuanto a la familia, se les nota a leguas...jejeje
    Un abrazo.

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  2. Eres alto, como la espigada torre de una iglesia gotica.
    Y la Piedra, a tu lado, parece un arbotante rubio, de esos que sujetan con elegancia la ingravida boveda de arenisca.
    Otro dia, tal vez, os puedo enseñar el Museo Sorolla, o el Museo Cerralbo.
    Merecen la pierna.
    ...
    Ya llega el buen tiempo.
    La luz, ese regalo intimo y salvaje, colisionando contra cuadros de potencia estratosferica, os espera en mi pueblo.
    Y tranquilo.
    Los domingos no hay atascos.
    Los domingos luce el sol, y el conductor sale de museos.
    Apuntaos.
    Se incluye en la invitacion comida familiar con ministra incluida.
    Y niñas que hacen preguntas.
    Y dos tortugas.
    Y de sobremesa, una de Chaplin.
    ...
    Precios populares.

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  3. Susillooooo, no te pases de listo que veoooo!!! Si te portas bien, te mandaré un "Ensalada de pepino: the make of"… :P
    Qué fotos tan bonitas y vaya tipazos que tenéis los dos…
    Y ahora, a callar!

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