jueves, 23 de enero de 2014

ME LLAMA UN "SALUDADO".



Me llama un saludado preguntando por Manuela. Acaba de recibir la noticia de su enfermedad. 

Dice las cuatro consideraciones tópicas en estos casos. 

Una me deja mal cuerpo, por insustancial y frívola: “la vida son cuatro días, y hay que aprovecharla porque nunca sabemos qué pasará. No hay más: trabajar como burros, y disfrutar los fines de semana. Es lo que hay”.

Para este señor la vida consiste en currar, y epatar a los de su pueblo con buenas comidas, un buen coche, algún crucero, un viaje exótico...y ya está.

Dicho de otro modo: sólo vivo de mi cuerpo. Por esa razón no hay nada más después. Y por esa razón la salud es lo primero, y lo último.

Conozco a este saludado desde hace años y jamás le he oído un pensamiento que se eleve por encima de lo puramente físico. Sabe de vinos, de comidas, de marcas de automóviles, de televisiones de diseño, de ropa cara...y de currar en lo suyo con un obsesión que le permite olvidarse de todo.

Como la salud lo es todo para él, en cuanto tiene algún síntoma, saltan las alarmas: es un hipocondríaco de aúpa.Nunca entendí este tipo de gente.

No saben que el cuerpo, tan importante para ellos, no hace nada por sí mismo.¿ Qué cojones es un cuerpo? Para comprobarlo, basta ver un cadáver. El cuerpo de una persona viva debe su funcionamiento precisamente a algo más que células, adn's, sinapsis... parece que nos anima un algo inmaterial que solemos llamar conciencia (alma) o vida (espíritu).

La conciencia emite una información que se manifiesta y se hace visible en el cuerpo. La conciencia es al cuerpo lo que un programa de radio al receptor. Parece que la conciencia representa un “algo” inmaterial y propio, que no tiene nada que ver con el cuerpo, ni depende de la existencia de éste.

Al menos, así lo veo.

Cada vez estoy más convencido que "el cuerpo" está de paso..madurando su alma...y, después,como dijo mi padre, "no vayáis a rezar a mi tumba , sólo habrá despojos...estaré  en otro lugar"...

Y es verdad.

4 comentarios:

  1. Realmente la sabiduría de tu "saludado" es muy pobre. No ha llegado al meollo de la cuestión. Así le ira...

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  2. No resulta sencillo hablar de enfermedades, y menos de enfermos.
    Facil, muy facil meterte en un charco, con el barro hasta las cejas.
    ...
    La doctora que ha tratado a mi hija, me dio la pista para no cagarla.
    Con la poderosa y amplia frente de un portaaviones y mas kilometros que la Charito, ante mis preguntas de que hacer, resumio.
    Cuando no se sabe ni que decir, ni como actuar, cojanse las manos del enfermo y acaricielas un rato. Mejor dos ratos.
    Luego, a la señora le sonaba el busca y se tenia que ir a urgencias, cagando leches, con el careto ese que ponen las personas que saben que su tiempo es oro.
    Y te dice:
    Mejor hagalo todo el tiempo que le salga de los cojones.
    Y miraba antes a los lados.
    Por si algun mindungui la escuchaba.

    Y luego se iba al infierno de urgencias.
    A jugar al poker con el mismisimo diablo.

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  3. Me estoy releyendo "Del sentimiento trágico de la vida" de Unamuno. Explica mucho. A veces confundimos lo que nos gustaría ser con lo que somos. Y en esa duda nos movemos toda la vida. Si estuviese tan claro que somos materia y espíritu no tendríamos noches oscuras (yo por lo menos) como de la que hablaste el otro día aquí. Pero no está nada claro, no. Un cosa es lo que nos gustaría ser y otra la que realmente somos.

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  4. Ejemplo claro de lo que es un pobre hombre. Me encanta la doctora de tu hija, Diego. Cojer las manos y acariciarlas. Es de lo que habla constantemente Mauricio.

    Un beso a todos

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