jueves, 29 de agosto de 2013

APRENDIENDO


Hay lecciones que aún no sé. Hoy toca aprenderlas. 

La diferencia entre estar enamorado, vivir una vida tranquila y encarrilada, y aprender que es eso de “en la salud y en la enfermedad”.

Aprender que los besos , esos besos, son únicos, como un viático...y las caricias, y los abrazos en silencio... aceptar que las cosas han venido así , y enfrentarnos a ellas con la cabeza erguida y la mirada al frente, con la gracia de un niño y no con la tristeza de los perdedores, como si fuésemos los piratas de Asterix, que ya dan la batalla por perdida antes del asalto. 

Piensas que todo ya está bien y ahora me entero que los proyectos y el futuro tienen la costumbre de no cumplir tus deseos y tus sueños.

Estoy aprendiendo a callar y contemplar en silencio. Hablar no siempre alivia. A cada uno le duele su dolor. Me duele su situación, y la forma más hermosa de ayudar es ESTAR, estar a su lado, que sepa que estás, aunque parezca que no haces nada.

Estoy aprendiendo a observar la grandeza de mucha gente y mi pequeñez. 

En fin, no importa en cuantos pedazos se me partió la vida, el mundo no se detiene para que la arreglemos.

El tiempo no es algo que pueda volver hacia atrás, por lo tanto, vamos a cultivar lo que queda de nuestro pequeño jardín y sembrar de nuevo, en vez de esperar que alguien te traiga flores. 

Vamos a por ello.

5 comentarios:

  1. Gracias,Todos tenemos problemas y ayudan entradas como ésta.No le conozco y vivo lejos,pero me ha llegado muy dentro lo que escribe sobre sembrar de nuevo.Rezo por usted y su mujer.Y rece por nosotros.

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  2. Rezo poco y mal,pero tengo amig@s que rezan,Cuente con ellos, los que se asoman a esta página.Todo suma,Su comentario también.

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  3. ¡Qué bien lo escribes1

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  4. Cuenta la leyenda que hubo una enorme tormenta.
    Enormes olas se avalanzaban sobre las naves fenicias.
    El viento destrozaba las velas y era imposible usar los remos.
    Alli el personal gritaba enfervorecido y acababan dandose empujones unos a los otros.

    Una nave atravesaba la tormenta con cierta dignidad.
    El capitan hablaba lo justo.
    Los marineros maniobraban con calma energica.
    La mitad de las velas estaban recogidas.
    Excepto la vela mayor, que a media arboladura proporcionaba el suficiente empuje.
    Al llegar a puerto le preguntaron al capitan como lo habia conseguido.

    Facil! Solo me concentro en la siguiente ola.
    Las que han pasado no cuentan.
    Y las que han de venir depende de que salte la proxima.






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