domingo, 25 de agosto de 2013

NO ES ELLA.


Tuvo la mala suerte que al diagnosticarle le enfermedad , en vena y sin anestesia, la doctora se fuera de vacaciones al día siguiente. Le dejó su número de teléfono, la medicó, y hasta más ver... 

Los dos nos quedamos perplejos, desorientados, con una incertidumbre tremenda, y ella con la imaginación enloquecida buscando en internet qué era eso del ELA ( que es lo que nunca hay que hacer).

En un mes perdió nueve kilos, lloraba con frecuencia, se apagaba. 

Fuimos a visitar a un especialista que, inmediatamente se hizo cargo de la situación. “Estás pasando una depresión muy profunda, con toda la razón del mundo”. Explicó maravillosamente bien la enfermedad, su proceso, posibilidades, terapias posibles, ejercicios...la medicó, la animó...

El cambio fue radical. Y todo gracias a estar bien informados y encauzados con profesionalidad.

De esa conversación aprendí una idea fuerza para acompañarla.

«No es ella, es su enfermedad y ella es la primera víctima; hay que ayudarla y estar muy cerca».

1 comentario:

  1. Y si me permites otra: "no soy un enfermo, tengo una enfermedad"; cambia mucho la manera de afrontar uno mismo y los que están cerca la situación. El identificar la enfermedad como un tercero ajeno y no como parte de uno mismo hace mucho a la hora de llevarla...

    Con vostros, cada día, en la distancia.

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