lunes, 26 de agosto de 2013

UN BUEN MÉDICO.


Aquel médico era un profesional, en el mejor y más completo sentido de la palabra.

Se mostraba limpio, aseado, neutral, cálido, sin confianzas, educado (mejor “cortés”), sin estridencias ni guiños que le hicieran más humano. Toda la iluminación de la consulta era cálida, nada personal, la decoración no hablaba de su persona. Tal vez una pequeño icono de la Virgen, de espaldas a sus pacientes, y que miraba hacia él.

En ningún momento se salió de la pauta profesional. No dio esperanzas, tampoco las negó, no profetizó futuros en ningún sentido, no miraba más allá de esa paciente y en ese momento. Supongo que tendrá experiencias suficientes para saber que no vale la pena creer en los milagros. Si llegan bienvenidos. No es su papel y, quizás, eso lo aprendió hace tiempo.

Iba a hacerle la pregunta del millón, y sé que la hubiera contestado. Me dio miedo la respuesta, y más delante de ella. Es la misma pregunta que le hicieron a Jesús un día , aunque en otro sentido “¿son muchos los que se salvan?”.

Después dudé si era sólo profesionalidad lo que manifestaba, o tristeza. O las dos cosas. Su mirada, desde luego, era compasiva. No debe de ser fácil dedicarte a una profesión donde atiendes una enfermedad en la que tus pacientes caen como moscas. Pacientes que , el primer día, miran con ojos, ellos sí, naufragos.

Lo hizo muy bien, y lo agradecimos.

Quizás crea en los milagros. Quizás era esa la pregunta que debía haberle hecho: ¿ha visto usted algún milagro?.

De todas formas, el milagro que espero no tiene nada que ver con esta enfermedad.

1 comentario:

  1. Una de las mejores personas con la que me he cruzado es medico.
    En un largo tratamiento de ocho años, me arruine cuatro veces, dado que el tratamiento era costoso.
    Un dia, tras ocho años de fracasos, le tuve que hacer una pregunta?
    y ahora doctor , ¿ Que se puede hacer ?
    Me contesto que el habia llegado al limite de sus conocimientos.
    Fue honrado de cojones.
    ...
    Y entonces, se me encendio una luz.
    Si el tio era sincero, podiamos jugar al mismo juego.


    Le conteste : bien, si ya has hecho todo lo que sabes, ha llegado el momento de que intentes lo que no sabes.


    Renove su confianza. Se pico. Y empezo a hacer lo que no sabia.


    Los medicos son hombres, y han de ser tratados como tales.
    Igual que los enfermos.

    Igual que los allegados.

    Tal vez sea ese el autentico milagro.

    Tratarnos unos a otros como hombres.

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